Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Todo muy romántico

25/06/2021

A Jean le ha okupado su casa un niñato. Jean es una elegante irlandesa que tras el fallecimiento de su marido decidió pasar el duelo en su país junto a una hermana. En Arcos de la Frontera (Cádiz), sin nadie que lo vigilara, se quedó su chalet en el que lleva viviendo 17 años. Dentro, todas sus pertenencias, incluido un coche que tenía aparcado en el interior de la parcela. El niñato en cuestión -va más allá de la figura del nini convencional- se llama Miguel. Su familia vive también en Arcos y su madre dice que es un caso perdido, la forma más rápida de eludir cualquier responsabilidad. Miguel conocía la situación que tenía Jean y cuando ella marchó para Reino Unido asaltó su casa y cambió la cerradura. El paraíso. Una casa coqueta, muy cuidada, con piscina, para él solito. Primero para montar fiestas sin control y después vete a saber con qué intenciones futuras. En realidad, la quería como vivienda de fin de semana, porque de lunes a viernes está en Sanlúcar de Barrameda. El colmo del disparate. Cuando Jean volvió se encontró el pastel. En este pueblo no tiene familia y estos días ha estado viviendo en un hotel, en una adaptación del ‘encima de cornuda apaleada’. No contento con su hazaña, el tal Miguel sacó parte de los recuerdos de la dueña de la casa -fotos con su marido, adornos de todo tipo- y los tiró a la basura. Los que creía de más valor, se los llevó al lugar donde dice que estudia y se los vendió a sus compañeros. Al delito de allanamiento añadía, por tanto, el de robo. Jean pidió ayuda a una empresa de desocupación de viviendas y el asunto tiene pinta de resolverse de forma inminente.
Esto en Cádiz, pero no hace falta irse tan lejos. Horche es un pueblo de poco más de 2.500 habitantes donde han okupado casi 60 viviendas. Arrastran el problema desde hace ocho años cuando estalló la burbuja inmobiliaria y determinadas promotoras salieron por patas dejando el pastel a los bancos. Luego cambian de nombre y siguen especulando con impunidad. Hasta la siguiente. Esta promoción inmobiliaria tiene una treintena de viviendas más que pagaron religiosamente sus propietarios y algunos se han tenido que ir al ver el panorama. Con la mayoría de casas vacías y sin vender, llegaron los aprovechados que se refugian bajo un movimiento al que algunos le siguen viendo tintes románticos cuando los pisos son de otros, fundamentalmente, de los bancos. Y muchos de esos amigos de lo ajeno están ahora en el Gobierno.  
En Horche, el problema ha ido engordando hasta que ha estallado en el último año. Ese medio centenar de viviendas okupadas se ha convertido en un foco de inseguridad. Han entrado en juego las mafias y han comenzado a hacer negocio con las casas, revendiéndolas a 1.200 euros y ofreciendo gratis el servicio de luz y agua, que no pagan porque tampoco nadie se lo reclama. De forma progresiva, ha crecido la suciedad, el vandalismo, los robos y las amenazas. A partir de ahí, el paso siguiente: tráfico de drogas. Todo muy romántico.
Ni la Justicia avanza con la urgencia que requiere una situación límite, ni la administración es capaz de tomar las riendas -el alcalde está tan desbordado como desvalido, viendo que los suyos no le hacen caso-, ni la entidad financiera propietaria ha impedido este despropósito. Mientras, la pelota sigue rodando y engordando. Hasta que ocurra algo grave.