Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


De luces, trenes y condicionantes

02/12/2021

Desde hace varias semanas vamos viendo la puesta en marcha de la iluminación navideña en distintas ciudades lo que, sin lugar a dudas, va creando eso tan artificial que hemos dado en llamar ambiente navideño y que beneficia a negocios grandes y pequeños que se engalanan para ofrecer sus productos a todo aquel que se acerca a disfrutar de un frío paseo por las céntricas calles iluminadas con arcos festivos que sirven para anunciar la llegada de la Navidad. Cada uno sabrá de qué manera quiere celebrarla. Unos nos quedaremos con el clima hiperconsumista, otros con las costumbres y tradiciones, bastantes con el reencuentro y más de los que parece con la celebración del nacimiento de Cristo. En cualquier caso, con independencia del motivo, da gusto ver que la ciudad sale de su monotonía durante unas jornadas en las que nos cuesta muy poco sentir la sonrisa en los labios. Y a esto ayuda esa iluminación ornamental que desde el primer domingo de adviento disfrutan en buena parte del territorio español. No descubro nada si digo que ciudades como Madrid han sabido hacer de la Navidad un reclamo turístico importante. Seguramente a las breves arcas conquenses les vendría bien un tanto por ciento de este impulso. Por eso me parece sorprendente que dejemos pasar ese tren y, a fecha de hoy, no haya rastro alguno de estos signos externos navideños. Muy posiblemente los comerciantes del centro (de todo tipo) agradecerían que el iluminado artístico se realizara antes evitando así la fuga de propios y extraños a otras ciudades, viendo como sus negocios languidecen mientras el posible comprador marcha a otros destinos en la búsqueda de este turismo navideño. 
Vamos, la misma razón argumentada para que San Julián de enero no fuera festivo.
Mientras que contemplamos como pasa ese tren, nos asombramos ante el insospechado anuncio de la supresión del otro, del tren convencional, en aras a una nueva forma de movilidad. Los daños creados por Filomena eran solo una cortina de humo para dar un golpe en la mesa y presentar un plan que cambiará definitivamente el transporte en nuestra provincia basado en la ausencia de trenes convencionales, apuesta por las vías verdes, por el autobús, por el transporte a demandad, por el AVE, por integrar los terrenos de Renfe en la capital, por la puesta en valor de los apeaderos, por la mejora del autobús entre la estación Fernando Zóbel y Cuenca…y todo esto con el criterio de «dotar al territorio maximizando el beneficio social del dinero público que destinamos para mejorar esas opciones de movilidad».
Ojalá el proyecto sea todo un éxito, pero de momento soy bastante escéptico.  Las propias manifestaciones de la secretaria general están llenas de condicionantes. Y si esto sale bien, y si se agilizan las firmas, y si es una experiencia de éxito….demasiadas incógnitas porque si al final este proyecto no funciona ¿nuestros pueblos se quedan sin tren convencional? O peor ¿y si vienen otros gobernantes y deciden «mejorar» el proyecto?