Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


El fascismo que nos amenaza

19/04/2021

Hay algún roto en la democracia española, que ya sin disimulo casi nunca critica a los gobernantes de signo totalitario que alimentan sus tinajas o maletas. No resulta difícil escuchar en los medios, casi todos vigilados por sus socios (los rotos), que esos países y otros satélites son los que financian sus corruptelas. Y claro es que algunas de sus aspiraciones pretenden que el gobierno sea el que controle todos los resortes de la economía, y entre sus aspiraciones esta nacionalizar algunos sectores estratégicos de la economía del país como las eléctricas o la banca. Decía Mussolini “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado”, y los “nuevos” dicen «al enemigo ni agua». Conviene recordar que para ellos enemigo es todo aquel que atente contra sus intereses despóticos. Aliados en esa relación habrá si ellos pueden sacar ventaja y más poder, nunca para mejorar la vida del pueblo. Pretenden destruir los símbolos de un estado, grande entre los grandes, y empequeñecerlo. Para este menester creen conveniente eliminar el idioma del Quijote que tanta notoriedad nos ha dado en el mundo, socavar la religiosidad del pueblo, derribar la monarquía, y hacerlo ocultando a sus seguidores cuál es su verdadero objetivo. Poco cumplirán de lo que prometieron y cuanto más poder alcancen más se desdecirán de todo lo que dijeron. Lo vemos a diario. Es fácil oír a determinados «socios», afines al poder político, llamar a otros «fascistas». Decía Amando de Miguel: «paradoja es que los ‘antifas’ sean, si bien se mira, los verdaderos fascistas».
   Su vestimenta, estilismo, y aparente desaliño están estudiados y en concordancia con la estética del fascismo tradicional. Ellos quieren ser distintos. Representando lo nuevo se revisten de lo más viejo del fascismo totalitario. El fascista tiende a utilizar la violencia, y la esgrimirá para mantener sus privilegios, apoyará si es preciso el terror infringido por etarras, hoy «bilduetarras» con privilegios, y a quienes hoy apoyan la violencia callejera, simplemente con no imponer medidas severas contra ella. Ellos son los mismos que de ella quieren sacar ventaja, utilizarla como la utilizaron los «fascistas» para en diverso modo alcanzar cotas de poder, amparándose hoy y entonces en la mal llamada «libertad de expresión», derecho que en los regímenes totalitarios solo tienen los que ostentan el poder.  Contradictorio es que los que dicen que amparan su acción violenta en la libertad sean los que quieren controlar la opinión de todos los medios de comunicación, las aulas, y, entre otras cosas, el poder judicial. La desinformación, la manipulación de los hechos, el ser juez y parte, y en definitiva las dificultades para acceder a una información veraz y contrastada son elementos comunes de los totalitarismos fascistas, y ahí reside el núcleo del verdadero fascismo que día a día se incrementa en España. Y claro está (no podía ser de otro modo), el hatajo o caterva de estos nuevos terroristas callejeros se llaman a sí mismos «antifascistas», algunos ignorando que sirven a infectos demagogos. En las pasadas elecciones en Cataluña fueron objeto de ataques violentos los candidatos de Vox (ahora en Madrid), a los que los camorristas tildan de «fascistas». Y si pensamos un poco, algo dificultoso para muchos instigadores de la violencia, ¡la cruel paradoja! es que «la realidad no es lo que parece», sino que es «lo contrario de lo que parece».