Juan Luis Arsuaga

Juan Luis Arsuaga


Amusco

21/05/2019

En estos tiempos en los que tanto se habla de la España vaciada, entre grandes lamentaciones, es bueno empezar a conocerla de verdad. Tenía desde hace años muchas ganas de visitar Amusco, tan cerca de Palencia y sin embargo tan lejos de los españoles. Finalmente llegué a la villa un día frío y seco de invierno, en la hora dorada del atardecer, y recorrí sus calles desiertas. Me admiré de la desproporción de la iglesia de San Pedro, que por eso recibe el apodo de Pajarón de Campos. Amusco fue también población de judíos y aún se conserva su sinagoga subterránea del siglo XIV, que se puede visitar (y comer en ella). Y no debe pasarse por alto la bella ermita de Nuestra Señora de las Fuentes.

Casi nadie lo sabe, pero hubo un tiempo en el que el nombre de Amusco era repetido con admiración en toda Europa por las personas más cultas e influyentes. Estamos hablando del siglo XVI y la historia que cuento no tiene que ver con ningún hecho de armas. España y Castilla no solo han sido importantes por sus militares y conquistadores (que todo el mundo conoce), sino también por sus escritores, pintores y escultores (igualmente celebrados), por sus músicos (bastante menos populares)… y por sus científicos (casi por completo ignorados). Así, resulta que Amusco fue el lugar de nacimiento de un famoso médico: Juan Valverde, nacido en 1525 (el año en el que el emperador Carlos V derrotó al francés Francisco I en la batalla de Pavía).

Muchos médicos del Renacimiento, fueran de la nación que fueran, llevaban en su maletín el libro de anatomía que escribiera Juan Valverde de Amusco, y que lleva el título de Historia de la composición del cuerpo humano (Roma, 1556). Resulta muy grato leer las descripciones anatómicas en un castellano sabrosísimo, el que hablaba el pueblo, todo el pueblo, porque Amusco se proponía que lo entendieran los cirujanos que no sabían latín. El Amusco era apreciado por sus bellas láminas anatómicas y fue también editado en italiano y en latín.

Como repetimos tantas veces, si en Italia, Francia, Inglaterra o Alemania tuvieran un pueblo con los monumentos de Amusco, en el que además hubiera nacido un científico tan ilustre como Juan Valverde, serían muchos los que irían a visitarlo y a empaparse de esta historia tan hermosa. La del sabio de la Tierra de Campos que escribió el libro de compañía de los médicos y cirujanos de los siglos XVI, XVII y hasta XVIII. Y es que la España vacía está llena de historias.