Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Javier y Jose (y Benjamín)

17/02/2023

Javier vivía en la gran ciudad. Siempre fue alguien con mucha imaginación. Trabajaba en un gran periódico. A veces se metía en líos pero como era por vocación no pasaba nada. Hasta que un día se metió en un lío de los grandes. Bajó de la ciudad al pueblo y acosó a una víctima de violencia machista y a su familia para intentar llenar unas páginas del gran periódico donde trabajaba por vocación. Y como del acoso no sacó contenido tuvo que llenarlo a base de imaginación. Se le ocurrió cuando conoció el caso de un asesino que, por asesinar en un sitio tan pequeño, asesinó tres veces. A quien quería asesinar, a la que le acompañaba  y a todo el pueblo, que todavía llora al recordar una de las peores semanas de toda su existencia.

Se imaginó que sería genial contar la historia de lo que le ocurrió a una víctima anterior del asesino, y le dio igual que la chica no quisiera abrirle la puerta. Y por imaginar, en su cabeza sonaba fantástica la idea de inventarse la charla que nunca existió. Esa imaginación le costó 30.000 euros y dejar el periódico. Por suerte para él, y con ayuda de amigos que visten de verde, se montó otro medio. Jose vivía en un pueblo donde todo el mundo le quería. Tanto que cada cuatro años quedaban un domingo para ir a demostrárselo con una papeleta azul en una urna. Lo que siempre imaginó fue traer prosperidad al pueblo, y se puso a trabajar en ello. 

El camino más corto que encontró se lo enseñó una amiga que tenía otro amigo en la gran ciudad. Los dos vestían de azul. Y un 30 de diciembre le prometieron la prosperidad que buscaba a cambio de enterrar basura en el pueblo. Pasaban los años y ni basura ni prosperidad, pero los vecinos le seguían queriendo con la papeleta azul del domingo de cada cuatro años. Jose se enfadó mucho. Sus amigos se fueron al tiempo que apareció su enemigo, que vestía de rojo y que se fumó «una alpaca de marihuana» antes de torpedear la llegada de la basura y de la prosperidad. 

Javier y Jose se conocieron en el pueblo. Jose estaba enfadado y Javier encantado de que lo estuviera. El primero soltó por la boca basura machista más grande que la que nunca imaginó que llegaría a su pueblo metida en bidones, y poniendo en un compromiso a sus amigos de azul. El segundo la recogió con gusto para contarlo en el medio que montó con sus amigos de verde. Y es que en el fondo el uno, como el otro, estaría encantando de vestir de verde.

Y Benjamín, que viste de azul y que lo vio todo, todavía no ha dicho nada.