Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


En mi Arcadia

02/05/2022

Como una de esas suaves mañanas de primavera que dilata mi corazón cuando voy a ver mis enjambres, junto al viejo puente de la calzada romana, hoy hay en mi espíritu una gran serenidad. Estoy solo y gozo, y mi regocijo es vivir rodeado de bosques y ríos, con sus guijos, juncos y nutrias, creados para almas como la mía. Me siento tan feliz… Hoy evoco el fin de semana que pasaré en la Serranía. No se pintar y me siento pintor al mirar el cuadro que me gustaría dibujar. Y jamás me he sentido tan gran pintor como hoy. Los vapores de mi querido valle junto al Guadiela suben hasta mí y me rodean, y el sol levantándose lanza sus fríos rayos sobre las puntas del bosque oscuro e impenetrable que se despierta, y tan sólo algún dardo de fuego penetra en el santuario de flores y fragancias en que me hallo. Cerca de la cascada del arroyo, y sobre la abundosa vegetación en que pastorean mis abejas, descubro mil hierbas desconocidas en ese profuso y diminuto mundo que vive y se desliza entre las plantas, en ese hormigueo de insectos y especies tan diversas de formas, olores, colores, con el ruido de los duendes y el agua del rio. Siento la presencia del todopoderoso que nos creó a su imagen; el hálito del amor divino que nos sostiene y flota entre eternas delicias. ¡Oh, amigos! Que placer es el embriagarse en este momento, cuando ante mis ojos descubro lo infinito y encuentro el reposo que mañana no tendré. Tengo en mi corazón el cielo, y en mi aliento un suspiro. Ojalá pudiera comunicaros lo que viene a mí con vida tan poderosa y apasionada a través del espejo de un Dios infinito. Fijando mi mirada en Goethe, al que sentía necesidad de leer en esta mañana cargada de esperanza, he podido leer: «No sé si por estos lugares se pasean hechiceros espíritus, o si un delirio del cielo llena mi pecho, porque todo lo que me rodea me parece un paraíso». No sé por qué escribo esto, porque os comunico algo tan personal e íntimo. Y pienso que ya os he castigado bastante con retahílas de asuntos molestos, con esas otras intimidades y críticas que me producen desasosiego, aunque en justicia lo que intento hacer es no ocultar el mal que nos acecha y destruye. En un mundo necesitado de amor, para el amor la poesía.
  La vida humana es como un sueño. Muchos lo han creído. Vivimos resignados a quimeras y ensueños, a ilusiones que cubren las paredes de nuestra prisión. Me reconcentro y encuentro en mi ser todo un mundo; pero un mundo fantástico, creado por presentimientos, por deseos sombríos, en el que no se halla ninguna acción viva. El hombre mata. Todo y nada flota ante nosotros, entre nubarrones, en un caos de ensueños y esperanzas vanas. Pedagogos, maestros, nos dicen que los niños no saben lo que quieren; Y Werther nos dice: «También nosotros, niños grandes, damos traspiés por este mundo sin saber de dónde procedemos o adónde nos dirigimos; lo mismo que los pequeños, obramos sin intención; igual que los niños nos dejamos llevar por golosinas de diferentes tipos o por el castigo». Humildemente debemos reconocer lo inútil de nuestras vanidades; la del hombre acomodado arreglando su jardín como un paraíso, y la del jornalero encorvado bajo el peso de una carga abrumadora, sin desanimarse. Ambos anhelan contemplar siquiera un minuto más la luz del sol. Es bueno dejar la cárcel, aunque sea soñando. ¡Y qué feliz en mi Arcadia cervantina soy hoy!.