Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Un ministro, un solar y un mapache

10/11/2022

Lo malo de las crisis, superadas de mejor o menor manera, son las huellas que éstas dejan en la fisonomía urbana en forma de calles adornadas con edificios no natos que esperan a tiempos mejores hasta que la voluntad, política y económica, ejerce su fuerza demoledora para doblegar lo que es y convertirlo en lo que debía haber sido desde un principio por derecho. Ejemplos recientes tenemos en nuestra ciudad de edificios que, necesarios, fueron comenzados hace tiempo y, una vez parada la obra, esperan la llegada de la ola buena en forma de hábil munícipe que consiga retomar la actividad para concluir tan necesario proyecto. Ha pasado casi una decena de años desde que comenzaran las obras de la comisaría de policía en los que este esqueleto inmobiliario ha contemplado el paso del tiempo y nosotros no hemos parado de preguntarnos sobre la conclusión de esta ansiada infraestructura. La sintonía de los poderes públicos parece que ha propiciado la recuperación de este proyecto, aunque cabría preguntarse aquí qué hubiese pasado si esta sintonía no hubiera existido (quizá tendríamos que haber esperado otra decena de años), hemos de decir que esta es una buena noticia por múltiples razones. De un lado se da solución a dos inmuebles y a un proyecto y, por otro lado, se respalda el mismo con la propia presentación por parte del Ministro del Interior Grande-Marlaska. Por cierto, no puedo dejar pasar la ocasión para fijar nuestra atención en el hecho de que en un pequeño lapso de tiempo hemos recibido la visita del Ministro de Interior y de la Ministra de Educación. Siempre es importante si es por una buena causa. Pero estaba hablando de la sede de la comisaría y no de la agenda ministerial.
La conclusión y posterior traslado de las actuales dependencias policiales está prevista para finales del año próximo mejorando los servicios ofertados en la actualidad y generando un efecto dominó en el centro urbano en el que surge una esperanza y una duda. Esperanza en que esta oportunidad, en forma de parcela vacía, pueda usarse en un proyecto que dinamice el centro, complementando las intervenciones que nos van a adjudicar como consecuencia de la supresión del tren convencional. Y una duda enorme. Si han tardado diez años en retomar la construcción de la comisaría, si ya ni recordamos cuánto tiempo hace que se hundió el edificio de la Escuela Normal de Magisterio, si seguimos sufriendo la olorosa fragancia que inunda cada rincón de esta parte de la ciudad, ¿podemos confiar en que se va a dar solución rápida a esta nueva realidad que surgirá el año próximo? Ya sabemos que las cosas de palacio van despacio por lo que, casi con toda probabilidad, dentro de otros diez años (con la esperanza de que también coincida con un año electoral) el munícipe del ramo presentará o inaugurará el proyecto correspondiente que vendrá a recuperar este espacio, seguramente degradado. Al menos esperemos que el mapache avistado en el Parque Natural de la Sierra no fije este solar como hábitat natural. Cosas más inverosímiles han pasado.

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