Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Regalos del adversario

24/11/2020

En el tenis como en la política son tan valiosos los puntos que uno de los contendientes consigue con sus golpes como los que se encuentra por los errores no forzados del otro jugador. Ahora el PP se encuentra en esa tesitura, porque su presidente, Pablo Casado ha mejorado algunos de sus golpes ganadores, ha mandado a su contrincante al fondo de la pista y aspira a hacerse con algún juego en un partido al que todavía le queda mucho por disputar.  

Tras haber corrido detrás de Vox en el primer año de la legislatura del Gobierno de coalición, su ruptura con el partido de Santiago Abascal le ha insuflado aliento para correr por el centro de la pista y de esa forma tratar de recoger los restos que se va dejando Ciudadanos, que falló en su estrategia de partido bisagra porque desde Unidas Podemos y ERC han hecho todo lo posible por sacarle del terreno de juego de los Presupuestos. El empecinamiento de Inés Arrimadas de no dar por perdida la posibilidad del acuerdo es digno de mejor causa dados los problemas internos que le provoca y las dudas que puede generar en sectores de su electorado, una parte del cual puede volver al PP, como ya ha ocurrió en las últimas elecciones generales, y otra salir de la abstención para seguir el mismo camino.

Vox, por su `parte, le regala al PP todo el apoyo que necesita para que mantenga su poder territorial, que sin ellos no tendría, con exigencias asumibles para apoyar sus presupuestos. Con esa aquiescencia, los dirigentes nacionales del PP le lanzan guiños para una suerte de alianza sin la cual saben que tendrán más difícil volver al poder. Vox no quiere saber nada todavía de la ‘derechita cobarde’, mientras que el PP debe medir bien esa jugada porque una alianza con Vox en cualquiera de sus formatos, devolvería al PP a la parte derecha del campo en un movimiento pendular que luego exigiría un nuevo viaje al centro. Por el momento, al PP le ha venido bien el regalo que le hizo Abascal con la imposible moción de censura.

Pero regalos de verdad los que se ha encontrado por parte del propio Gobierno, o más concretamente por la parte más escorada a la izquierda, que por marcar su territorio ha causado una crisis de confianza, problemas internos en el PSOE y dudas entre los “barones” y la militancia, y  el fin de la idea de la ‘transversalidad’ a la hora de sacar adelante las cuentas públicas porque ERC quiere llevar agua a su molino. 

Pablo Casado ha desempolvado la estrategia ‘mariana’, y antes de Aznar, de alentar los fantasmas de la ruptura de España –con olvido de sus pactos con nacionalistas, los referendos ilegales bajo su mandato…- los peligros para el castellano en Cataluña, -tampoco hicieron cumplir las sentencias favorables como lengua vehicular-,  las supuestas cesiones a terroristas, cuando ETA hace una década que dejó de matar y sus presos, poco a poco, asumen la legalidad penitenciaria para lograr acercamientos, o los ataques “liberticidas” de la ley educativa. Por no hablar de la errática dirección de la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas, que se ofrecen a remediar con su ‘capacidad de gestión’, pese a que muchos no han olvidado como lo hicieron en la Gran Recesión.  

El líder del PP puede ahora disfrutar de los regalos que le han hecho otros partidos, pero debe tener cuidado por si alguno está envenenado.