Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Seísmos de todo tipo

01/07/2021

Siempre he pensado que uno de los grandes problemas y de los grandes beneficios que tiene esta ciudad es su ubicación geográfica. Cabrejas y la Tórdiga suelen erigirse en guardianes de esta idiosincrasia conquense tan particular, tan nuestra, tan poco dada a la permeabilidad y tan proclive a contemplar cómo pasa la vida en otros lares mientras que en este nos encogemos de hombros como si la tranquilidad castellana de la que solemos presumir solo nos permitiera ser meros espectadores. Pero últimamente parece que esta tranquilidad se ha visto seriamente afectada y entre grietas y derrumbes nos adentramos en un verano en el que, de momento, son más las preocupaciones que las alegrías.
Si de patrimonio hablamos, la noticia del año (o del quinquenio diría yo) es, por supuesto, la caída y recuperación del conocido como muro de la calle Canónigos. Bueno, más allá de la tan españolísima costumbre de buscar responsables desde el minuto número uno, parece que la reconstrucción va por buen camino. Ahora, eso sí, hasta finales de año (como poco) no está prevista la conclusión de los trabajos. Quizá lo estruendoso de esta noticia aún eclipsa la inclusión en la lista roja de la asociación Hispania Nostra de la Iglesia de la Virgen de la Luz el pasado veintidós de junio. Textualmente dice que las pinturas murales del interior “se encuentran en un estado lastimoso, con grave peligro de perderse” para concluir indicando que «es uno de los mejores ejemplos de decoración mural rococó que se pueda encontrar en un edificio religioso en España». Y esta inclusión nos da clara muestra de cómo solemos hacer las cosas por aquí. Todos sabemos que las grietas llevan muchísimos años entre nosotros, así que parece sorprendente que ahora nos entren las prisas y se inste al Consorcio a acometer las obras con la mayor premura posible.
Y aquí enganchamos con el tercer seísmo capitalino. La ruptura del pacto de gobierno entre PSOE y CNU, situación bastante inédita por estas latitudes, ha supuesto una pequeña gran convulsión en la gestión municipal. Me quedo con las palabras de Gómez Cavero en la entrevista publicada por nuestro periódico el pasado martes de las que podemos deducir que el gran problema de nuestra ciudad es la velocidad. Textualmente dijo «no se entiende que para cambiar un ladrillo tengan que pasar diez meses». Por fin, algo que venimos demandando desde estas líneas. Es necesario modificar el tiempo que pasa entre que se detecta un problema, se adopta una solución y se ejecuta. Reconocer que hay deficiencias en la Iglesia de la Virgen de la Luz desde hace años y que se han solicitado al Consorcio las obras urgentes para acabar con el reconocimiento por parte de un externo de la grave situación pone de ejemplo la poca diligencia a la hora de adoptar soluciones. Y aquí me da igual el color del equipo gobernante.
Sigo creyendo en que podemos cambiar el ritmo de esta ciudad, de convertirla en una joya patrimonial, sigo teniendo esperanza y es que, como decía Lorca, «El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta».