Quieren que los jóvenes estudien, que se entretengan en los pupitres, que hagan muchos másteres, los quieren borregos, dóciles, y que el listo que no sea tan espabilado. Les exigirán títulos para pastor; licencia para mendigar o tocar la flauta en el metro; para vestirse de «pallasso» en las ramblas una «autorizació». La mayoría lo hará porque ve el futuro negro; aunque trabajar en negro está penalizado, a veces por la vecindad. Todos sabemos que a más IVA más negro; que a veces se hacen las cosas en negro o no se hacen; que el que te hecha una mano con el coche o con una chapuza en casa o va de negro o no va; que muchos hacen las cosas por lo que decía un amigo al «que le gustaba que sus hijos también estuvieran gorditos». Quieren jóvenes trabajadores que paguen las pensiones, y también que los pensionistas no sean tan jóvenes y coticen unos añitos más. ¿Qué hemos hecho para merecer estos hartos de pan, a estos ignorantes de escaparate, que no saben que los manjares pocos y delicados avivan el ingenio? Rebuznan. A menos pan menos mendrugos y menos tarugos, digo yo, que el hambre activa el ingenio. Y pienso en el negro de la patera que llegó ayer, o en el que lleva años sin ver a su familia al otro lado del océano, que el puto es otro a veces travestido de azul. Hambre debió pasar el puto. El puto es un roto que descose el alma del pobre, en origen, en la patera, en el destino, en su puta morada.
Pero pensamos en negro y en negra con mucha frecuencia: negra ventura, negra suerte; y dice un proverbio «aunque negros, gente somos» que no hay que despreciar a nadie porque humilde sea ¡digo yo! Me da igual que quien gobierne sea blanco o negra, pero lo que sé es que el futuro lo veo negro, que para negra la mujer negra. El negro es el color favorito del agricultor, la tierra negra, y mejor si le acompaña el blanco por Navidad.
Puedo decir «mecachis» o «mecagüen» en lo que sea, que, aunque blancos, abono para plantas seremos, humo y ceniza. Putos negreros mandan, en abono algo útil, y aunque hagan dieta hipocalórica todos tenemos menudos y demás. No todos los presis son útiles, que hay mucho inútil para su pueblo. Inevitable es no ser estiércol ¡a no ser que seas faraón y tengas una pirámide para ti solito! ¡a no ser que creas y te abajes (difícil cosa para los ensoberbecidos)! Yo una vez no tenía un negro que me abanicase y me busque tres bellas huríes blancas, tres ninfas que crecieron junto a las fuentes del Tajo dorado, que con palmas me abanicaban mientras una me daba los mejores granos de un racimo de uvas, ¡lástima que solo fuera la noche de disfraces durante el concurso en la verbena estival! Hasta para pasar un buen rato hay que trabajárselo, trabajar como un negro para un disfraz, como trabajaban los esclavos raptados en los Oils Rivers africanos que, sobre todo, portugueses e ingleses vendían a Europa y América.
Puta negra es la suerte de los que caen en manos de traficantes de mercancías y personas, que la corrupción es negra, sucia. Polisario o hassaní, tal para cual morenín. Puta por corrupta es la negra riqueza petrolera de algunos países, y negro es el humo que incendia las ciudades cuando las bombas se arrojan sobre los inocentes. Putos los que bombardean a sus vecinos. Putos los que creen que la violencia es la solución.