Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


De muros, vallas y velocidad…

29/04/2021

La verdad es que los posibles usos de un muro, en general, no son algo muy agradable. Los utilizamos mucho más como elemento de separación que como elemento de soporte y ejemplos tenemos un montón. Unos más famosos y otros no tanto. En esta primera categoría, incluiríamos el archiconocido muro de Berlín o el muro existente entre Estados Unidos y México. Sin género de dudas, la palabra muro en estos casos tiene un toque despectivo dentro de esta sociedad global en la que nos dicen que nadie es mejor que nadie. Pero eso daría para otra columna.
Por otra parte, cuando queremos decir que una construcción es sólida decimos que tiene buenos muros usando este término con un significado completamente positivo.
Por aquello de la actividad laboral, camino casi a diario por la calle Ramiro de Maeztu. Posiblemente a muchos de ustedes no les suene la ubicación de esta calle. Bien, les diré que está en pleno centro de la ciudad, en los Moralejos, ese céntrico y familiar barrio, a la espalda del centro, que pasa prácticamente desapercibido porque si no uno no se explica cómo es posible que en la calle anteriormente citada lleve un muro caído, sin arreglarse, desde hace casi un año.
No digo que no haya razones para que no haya podido solucionarse en todo este tiempo. Desconozco si es de titularidad pública o privada, si se ha intervenido para evitar posteriores desprendimientos, si se han realizado obras para asegurar dicho muro, si no hay dinero para intervenir…Espero que algo se haya hecho puesto que en la misma zona del desprendimiento sigue habiendo coches aparcados todas las mañanas.
Lo que sé es que el panorama actual que podemos contemplar se compone de un muro caído, una reja partida por la mitad completamente desvencijada y una valla, de esas que enseñan más que tapan, parcialmente caída creando un espacio perfecto para acumular bolsas, basura, escombros, plásticos, palomas… y lo más importante creando una sensación completa de inseguridad y de suciedad en pleno centro de la ciudad. 
Claro que lo del centro, como alguna vez ya he dicho, me parece de traca. Recibimos con ilusión todos los proyectos que se nos presentan con el fin de revitalizar una zona que languidece aunque, a pesar de todo, se mueve entre la ilusión y la realidad.
Pero volviendo al muro de Ramiro de Maeztu, no sé qué procesos podemos articular para aumentar la rapidez a la hora de encontrar soluciones. La velocidad paquidérmica de la administración contrasta con la necesidad para solucionar los problemas que tiene el ciudadano y es ahí donde nuestros munícipes, de uno y otro signo que tanto monta monta tanto, deberían insistir para, dentro de un orden, tener a la ciudadanía contenta. Claro que todos tenemos opinión sobre modelos económicos, sociales, culturales, pero, a la hora de la verdad, lo que realmente necesitamos es tener calles limpias y seguras, trabajo, ocio y cultura asumible, un entorno medioambiental cuidado… pero sobre todo tener la sensación de que nuestras necesidades se ven atendidas de una manera urgente, eficiente y eficaz.