Leo Cortijo

Leo Cortijo


Cuenca y su primo de Zumosol

08/05/2023

En aquellos julios caniculares de los noventa en plena Manchuela conquense, en los que mi hermano y un servidor nos quedábamos pegados cual calcomanía en la sofá de escay de la abuela mientras devorábamos los cuadernos de Vacaciones Santillana, aparecía de forma regular un anuncio en televisión que nos encantaba. Zumosol confiaba la comercialización de sus productos en la transmisión a toda una generación de la idea de que ingeriendo esa pantagruélica cantidad de vitaminas acabarías convertido en una especie de Capitán América a la española. «Puro zumo de frutas con toda la energía del sol», decía una grave voz en off mientras aparecían planos hipnóticos de litros y litros de zumo desparramándose en vasos de cristal. El niño del spot amenazaba a los malotes que se metían con él con llamar a su primo de Zumosol –figura emblemática de los noventa donde las haya– para poner solución a todos los problemas.

Los que nacimos en los ochenta y maduramos en la década posterior vivimos imbuidos en aquella figura del primo como una especie de semidiós redentor que todo lo puede. Pero si algo hay inexorable en esta vida es el paso del tiempo. Aquellos niños se hicieron mayores. Algunos de ellos –la verdad es que por entonces éramos más que ahora– teníamos un código postal que comenzaba por 16, símbolo inequívoco de que residíamos en algún punto de los 17.000 kilómetros cuadrados que conforman el territorio conquense.

Toda aquella generación –al menos a mí me sucede– vive un cierto paralelismo entre lo que supuso el primo de Zumosol en los noventa y lo que desde 2019 nos han contado que supone la Junta de Comunidades, especialmente para los vecinos de la capital. Hace cuatro años, el Gobierno municipal lo decantó una idea fundamental: «Daré mi apoyo a quien gobierne en la Junta, que es quien tiene el dinero». Los conquenses, cansados de que durante años y años se llamara a esa figura del primo de Zumosol y que nunca terminara de llegar, optaron por 'comprar' ese discurso para ver si alguien, de una vez por todas, solucionaba sus problemas. 

La historia se repite cuatro años después. O, al menos, parece repetirse. Quinielas hay para todos los colores, pero una de las posibilidades más factibles es que vuelva a fructificar un gobierno tras los pactos que recurra de nuevo a esa llamada al primo de Zumosol. Eso sí, un primo que todavía no sabemos muy bien si vestirá una ceñida camiseta roja o azul y verde.

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