Leo Cortijo

Leo Cortijo


El color de las alfombras

20/03/2023

Algunos que pintan de morado sus alfombras los han señalado. Públicamente y, en ciertos casos, con nombres y apellidos. Los han tachado de usureros sin escrúpulos ni sentimientos. Hablan de algunos de ellos como si fueran algo así como los esclavistas del siglo XXI. Para una parte minoritaria, eso sí, de la clase política, los empresarios son el enemigo a batir. Cuanto más importante –y más dinero gana– ese empresario, más furibundas son sus iras hacia él. Lo hacen como si no importara el hecho de que, normalmente, cuanto más dinero se embolsa dicho empresario, más puestos de trabajo genera. No seré yo el que defienda la teoría del 'todo vale' o que el fin justifique los medios. Ahora bien, tirar por tierra e intentar arrinconar a aquellos que crean riqueza en el territorio no aporta nada. Por supuesto que hay que estar vigilante ante cualquier desmán o pasada de la raya empresarial, pero dentro de los cauces que establece la legislación laboral –que no es poca, por cierto–, bienvenidos sean. 

Ahí es cuando esa alfombra morada empieza a teñirse de rojo. De ese color hay que disponerla con el fin de que cada vez más empresas aterricen en nuestra región. De un tiempo a esta parte, el Gobierno regional ha trabajo de forma notable en este sentido y se están consiguiendo resultados muy positivos. El último gran ejemplo es la empresa Fassa Bartolo, cuyo proyecto en Tarancón toma cuerpo y promete muchas y muy buenas noticias. Las empresas no vienen porque sí, no caen del cielo, hay que ir a por ellas y ofrecerles algo que les interese. Cambiar el morado por el rojo es cuestión fundamental para ganar enteros en esa materia, la del bolsillo, que tanto importa a tanta gente.

Por eso los conquenses –de la capital– estamos tan expectantes. Hace unos dos meses, el presidente regional avanzó durante una rueda de prensa que una multinacional de gran envergadura estaba a las puertas de desembarcar en Cuenca con cientos de puestos de trabajo bajo el brazo. Desde entonces, poco o nada se ha ampliado este primer titular. Personalmente, no albergo duda de que dicha multinacional ya tiene la alfombra roja puesta para su llegada. Esperemos que se materialice y ese rojo sea aterciopelado si hiciera falta. Aunque también podría ser verde esperanza, porque a Cuenca le hace falta mucho de eso en este capítulo. Lo que nadie desearía es que la alfombra acabara tiñiéndose de un azul oscuro casi negro porque, al final, todo quedara en agua de borrajas. Pensemos en colores bonitos...