A pesar de que la vorágine electoral en la que nos vamos a ver envueltos en los próximos días será la constante en la actualidad informativa, no podemos dejar de alegrarnos por las buenas noticias que nos regala este 2023. Cantaba Aute que todo en la vida es cine y los sueños cine son. En este sueño que es la cultura, siempre es una buena noticia celebrar la reapertura de los multicines de la Plaza del Cinematógrafo, máxime si, además, se produce por los buenos datos de asistencia en las salas existentes en el CC. El Mirador. Adentrándonos en la oscuridad del cine nos transportamos a cualquier situación, aventura, romance... podemos pasar, en un segundo, de tomar partido por el héroe a hacerlo por el villano. Es eso que han dado en llamar la magia del cine.

Ojalá esta afortunada (y esperada) reapertura venga acompañada de la continuidad ya que la oferta cultural conquense, por muchas cosas que se programen, me parecerá siempre insuficiente. Y mira que, a pesar de ser pocos, el mundo cultural suele depararnos grandes alegrías. En la edición de La Tribuna del pasado lunes nos hacíamos eco de la concesión a Cruz Novillo del Premio Laus de Honor 2023 con el que la Junta de la Asociación de Directores de Arte y Diseñadores Gráficos reconoce el trabajo de nuestro paisano. 

Sería interminable enumerar aquí toda la obra del diseñador gráfico más importante de la segunda mitad del siglo XX. Baste con decir que nos regaló un magnífico cartel de Semana Santa en 1999 así como, ahora que todo se cifra en el 28 de mayo, el puño y la rosa del PSOE. Amén de la escuela de arte que lleva su nombre, convendría diseñar un proyecto que acercara al conquense de a pie, fundamentalmente a aquellos que están en edad escolar, a tan ilustre conciudadano. Y la tercera pata del taburete columnario de hoy es el inicio, por fin, de las obras del puente romano de la Melgosa. Sí, aquel que en 2020 pasó del color parduzco propio de la pátina producida por el paso del tiempo al blanco nuclear. Esperemos que se haga bien. Lo que no sé es si se ha acometido ahora por la proximidad de la cita con las urnas municipales y provinciales o porque se ha tardado todo este tiempo en hallar una solución. 

Es posible que los que ya peinamos canas pensemos que ha sido lo primero. Si así fuere, ojalá tuviéramos elecciones cada año. En cualquier caso, van a estar divertidos los próximos diez días en los que ocho vecinos no van a tener ningún recato en, como guionistas de última generación, ofrecernos el sueño de una ciudad más grande, más limpia, más segura, con mayor oferta cultural, deportiva, social, industrial... por el simbólico precio de introducir una papeleta con su nombre en una urna. Podremos soñar entonces que todo los que nos prometen se cumplirá, aunque quizá, al despertar, comprobemos como decía aquel Segismundo nacido de la pluma calderoniana, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.