Hace unas semanas, el Ayuntamiento recibía la obra de restauración del nuevo Restaurante Casas Colgadas. Y me vino al recuerdo, aquel Mesón que regentase Pedro y Mercedes Torres, gerentes del Figón en el pasado siglo XX, heredado de tiempos medievales cuando aquel complejo de edificios albergaba al deán Alonso de Barajas y al canónigo Gonzalo González de Cañamares en el siglo XV, para después ser ocupadas por los Girón de Zúñiga, Antolín Muñoz y una Bodeguilla en la bajada que regentaba Ventura Bonilla, allá por el XVII y XVIII. Sin duda, tiempos lejanos éstos, aunque la historia nos los ha tenido siempre en vivo recuerdo.
Este complejo de casas fueron, poco a poco, abandonándose y quedando en estado ruinoso por lo que en 1902 el alcalde López de Arce hace un expediente por valor de tres mil pesetas que se rebajará hasta mil quinientas, momento en que el Ayuntamiento unos años después, las adquiere, sobre todo el número 14 de la calle de los Canónigos. Deciden demolerlas dos años más tarde, en su mayor parte. Pasarán un tiempo, y entre 1923 y 1928, se lleva a cabo su reparación por el arquitecto municipal Fernando Alcántara, sobre todo las casas 14 y 16 que deciden se destine para Museo local. Más tarde, en 1959, el arquitecto León Meler restaura una parte de ellas para Mesón y Museo Etnográfico, siendo Fernando Barja y la ayuda del artista local Gustavo Torner los que, junto al alcalde Rodrigo Lozano deciden que la petición de Fernando Zóbel para exponer su colección se ubiquen en esta parte, naciendo el Museo de Arte Abstracto Español en 1966. En 1977, un acuerdo entre la Caja de Ahorros de Cuenca y el Ayuntamiento deciden ampliar el edificio para habilitar el Museo y su Taller, colocando una portada del palacio de los Ribera Coello y Sandoval de Villarejo de la Peñuela. En 1981, el 23 de febrero, se produce la firma de la cesión del Museo a la Fundación Juan March quién actualmente lo regenta y en el 2016 son declaradas, en todo su conjunto, BIC por el gobierno regional.
Y me viene otros recuerdos, ahora, que ha fallecido el pasado 30 de diciembre, Mari Carmen Flores Aizpuru, la querida y eterna gobernanta de la Posada de San José, viuda del artista donostiarra Bonifacio Alfonso, cofundador del Museo, colaborador de las vidrieras abstractas de la catedral de Cuenca, artista increíble y poderoso en creatividad y producción, quien decidió residir en nuestra ciudad hasta su muerte.
La querida Flores, la que siempre hacía el mismo recorrido, caminando de "la Solla· a "Asterio", "Tomás", y luego, a tomar un café con su cuadrilla al "Mangana", a darle un paseo a Barbie o a Zatzpi, a casa de la abuela Amparo, de Milagros o de cualquiera de sus compañeras de tarde. El pasado 13 de este mes de enero, en la capilla Honda de la catedral se ofició una misa funeral en su honor y nos volvió a traer el recuerdo de Bonifacio Alfonso Gómez.
Donostiarra de nacimiento, era uno de los maestros vascos actuales más reconocidos, si bien no encajaba en la tradición local debido a su estilo informalista, a medio camino entre el surrealismo y el expresionismo abstracto. Estuvo siempre relacionado con la escuela abstracta de nuestra ciudad, residiendo muchos años aquí, a pesar de que su arte siempre delató influencias de artistas extranjeros como Kooning, Alechinsky y Oteinza, al que le unía una gran amistad y paisanaje. Obtuvo el Premio Nacional de Grabado en 1993 y el de las Artes de la Comunidad de Madrid, en el 2005. Nos dejó en diciembre del 2011 y su viuda, el 30 de diciembre de este 2020.