El domingo de la semana pasada escribía en este diario ‘La Tribuna’ un texto titulado «El turismo tras la pandemia». La tesis, en un tiempo en el que se  impone el distanciamiento social como fórmula para combatir la propagación del Covid 19 y de otros virus hipotéticos, sostenía que debe sustituirse el turismo de masas por uno más selectivo. Hacer del turismo un negocio  no con la cantidad, sino con la calidad. Un deseo siempre expresado, pero nunca realizado. Para conseguir un turismo sin aglomeraciones proponía cuatro zonas diversificadas de la totalidad de la ciudad. Una de las zonas que enunciaba se situaba  en torno al Museo del Ejército, como enclave referencial, Cercano, el Museo de Santa Cruz, (un museo aún pendiente), que debería convertirse en el texto gráfico de la historia de Toledo, desde  la prehistoria hasta el siglo XXI. Medianero con el edificio de Santa Cruz, se encuentra el edificio de Santa Fe, en el que se ubica la colección particular del Sr. Roberto Polo. Arte contemporáneo en un edificio antiguo, como una operación privada, sin precedentes en Toledo, para dinamizar la ciudad. Al menos  con eso sueña el Sr. Polo y su equipo directivo.
El Sr. Polo descubrió que Toledo, junto con Cuenca, podían ser lugares idóneos para instalar su colección particular de arte, con obras de pintores del siglo XX, sobre todo de Centro Europa. El lugar elegido en Toledo y su contenido resultan espectaculares. Aunque las obras expuestas puedan resultar difíciles de entender y de incorporar a los circuitos del turismo de masas. Máxime, sí se pretende enseñar  en pocas horas  el Toledo medieval, renacentista y judío y finalizar con una visión panorámica de la ciudad. Las obras  de la colección Polo, en este contexto de consumo rápido, permanecen solo abiertas a las visitas esporádicas de turistas individuales, que permanecen en Toledo algún tiempo y sienten curiosidad por acercarse a la colección. Pero  en  realidad, la buena disposición del Sr Polo y el valor cultural de lo expuesto quedan aislados del flujo variado del turista que llega a la ciudad. Una  fórmula  para potenciar la colección y el arte contemporáneo consistiría en crear un núcleo museístico atractivo en el espacio de Zocodover. Unos museos apoyarían a otros y se crearía un lugar de cultura como el que se ha ido formando en Madrid en el eje del Museo del Prado. Fácil y difícil, pero posible.