Al Real Madrid le han quitado puntos este año Cádiz, Alavés, Valencia, Elche y Osasuna, y en la Champions el Shakhtar le sacó los seis. Al otro lado del telón, aun siendo el mismo equipo con sus mismos automatismos y tácticas, le ha ganado al Barça (1-3), al Atlético (2-0) y al Sevilla (0-1), y en la Liga de Campeones  le sacó los seis puntos al Inter, a priori su rival más duro. No somos investigadores, pero, como dicen en las películas, aquí hay un patrón. 
Retrocedamos a la última asamblea virtual y a aquel polémico discurso del presidente, Florentino Pérez, deslizando eso de que el fútbol está cambiando y hay que agarrarse al cambio. O sea, subirse pronto y sin pensárselo dos veces a la famosa ‘Superliga’ europea, romper unilateralmente con las Ligas nacionales y con la UEFA para sacarle más dinero al fútbol. 
En esa hipotética competición no habrá ‘elches’ ni ‘osasunas’ y entrarán de refilón algunos ‘shakhtars’, a lo sumo, porque los oligarcas tras algunos proyectos lo impondrán en cualquier cláusula (sí, estos clubes terminarían siendo los tontos útiles que sellarían los sueños de grandeza de algunos clubes y mandatarios). Y, en efecto, habría muchos ‘barças', ‘inters’ y ‘atléticos’, si es que finalmente todos los gigantes se terminan subiendo al carro. 
Así que, mirando lo que está haciendo el Real Madrid esta temporada y lo que piensa Florentino, una pregunta asalta el corazón de la Liga: 
¿Y si el Real Madrid ya está jugando la Superliga?
Hay una especie de idea común alrededor de todos esos fiascos: la desidia, la sensación de que al Madrid directamente no le apetecía jugar aquellos partidos. La mejor versión del equipo solo aparece cuando hay un toro bravo enfrente. ¡Hasta Eden Hazard marcó en Milán!