Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


De brillos y tusos

12/10/2020

Muchos son los que hoy ofenden y hacen daño a sus semejantes, los que por su soberbia tienen un presente de oro, con brillos, con buenos sitios en que guardarse y guarecerse (del frío, la lluvia, el vecino), con un paraguas que evita que sobre ellos caiga la pobreza, esa lluvia dañina que ellos con sus aspersores mediáticos y sus subalternos han expandido por España. Mientras el pueblo, servil y tristemente perezoso, que no alcanzó a ver la malicia de los pensamientos de los voceras atildados de los estrados, es ahora el que los sirve en su lujoso presente y cual esclavos de su pasado sólo intentan sobrevivir, hasta de la caridad. Los del atril, servidores de la concupiscencia que hoy se entregan a los gozos terrenales sin importarles un bledo los demás es evidente que leen poco, si no sabrían cosas que se llevan diciendo muchos siglos «hay tiempo de nacer, tiempo de morir, tiempo de plantar, tiempo de arrancar, tiempo de matar, tiempo de sanar, tiempo de derruir, tiempo de construir, tiempo de llorar, tiempo de reír, tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar, tiempo de rasgar, tiempo de coser, tiempo de callar, tiempo de hablar, tiempo de amar, tiempo de odiar, tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas?» ¿Qué saca el que no se ha parado un minuto a pensar para que sirve un presente de oro o algo que no podrá conservar?, ¿Qué saca quien del tiempo hace una obsesión que solo le sirve para acumular oro o para someter con su poder al prójimo? Yo lo sé, saca brillos efímeros que hacen sufrir a su hermano. El tiempo hará que pasen muchas generaciones y seamos olvidados, que no quede ni nuestro rastro, que hasta nuestro planeta será borrado.  
El ministro de Consumo, heredero del comunismo de Carrillo, cree que Cuba o Venezuela son ejemplo de consumo sostenible y de desarrollo humano, y colaboró con su boda de a trescientos euros el cubierto y viaje de amor o lo que sea a Nueva Zelanda. Y es que a los 26 años era diputado y ahora es el único ministro carrillero que ha existido en la historia de la democracia española. Todo un ejemplo a seguir. Aunque yo creo que la correa de la cartera de ministro se la puso el presi para que fuera fiel y no mordiera al amo, so pena de atarlo en corto. Ahora es un fiel tuso que guarda las Cortes. A mí también me gustan los canes obedientes que no muerden, aunque creo que este solo respeta al amo, que lo lleva de la correa y la afloja cuando quiere. El de la correa y la cartera lo dejaron un poco suelto, y lo digo más que nada por los vahos que se le escaparon cuando mencionó al Rey.
Los hay que nos mienten todos los días y únicamente tienen tiempo para sus intereses, esos que solamente emplean su tiempo en aquello que les permita lucir más, pero en su mirada no hay destellos salvo que miren al brillo del vil metal, de los rolex, y todo lo más sienten esa sensación de victoria que provoca una hinchazón en su engreído pecho o en el de quien le aguarda en la cama. Sé que es cierto, que aunque son televisivos a conveniencia o pagan favores con el dinero de otros, ellos se alejan y nunca escucharan sin cámaras a la gente normal a la que han robado la esperanza de un porvenir mejor. Nunca escucharán a quienes han dejado de creer en ellos, y menos aún a los que tienen otras creencias y querencias, las de aquellos que les podrían hacer caer en la cuenta de que no hay mayor quimera que su vida, que ellos también serán viejos y quizá por eso del camello y la aguja nunca podrán ser redimidos de su culpa. Todo se pasa, etc. Es sabiduría que en San Julián está presente cuando a la ermita voy, y el mejor elixir colma mi deseo, cuando mi sed se calma con el breve chorrillo del agua de la fuente, con la ansiada soledad que me hace comprender que lo verdaderamente importante en los breves días en que transcurre mi existencia es lo que más se aleja de los brillos y más cerca está de la luz de la que mana toda la luz del universo. Los brillos, como el cutis de las diputadas y algún ministro infanzón sin virtud, no tienen ideología y sirven siempre al mejor postor, al que se los puede permitir, y esos mortales ineptos cortejan los brillos de la política, y son esclavos de sí, víctimas de su egolatría.