Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Existencialismo y resiliencia

14/07/2022

Después de los discursos, los planteamientos y las propuestas que hemos escuchado en el debate sobre el estado de la nación, solo se me ocurre pensar que, por suerte, con nuestro libre albedrío es posible luchar contra la naturaleza humana que nos ha llevado al arroyo de la estupidez más plural y sostenible, al borreguismo de convicción dogmática, a la corrupción del pensamiento. Es posible luchar contra la mentira y el abuso de poder de los partidos políticos que, destruyendo nuestro individualismo, nos han convertido en ovejas deshumanizadas.
A pesar de la reiteración histórica del control mental de las masas, la respuesta de los partidos nos hace suponer que va para rato la adopción de medidas serias para la regeneración democrática de la sociedad, como exigir a nuestros diputados algo más que un graduado escolar sin falsificar, además de pasarles el test de psicopatía de Robert Hare, y un cursillo online de introducción a la práctica del sentido común, debiéndose limitar el tiempo de dedicación a la política, a la moqueta y a la poltrona del mandato de cargos orgánicos e institucionales para que no se prolongaran más allá de un trimestre, por ejemplo.
Después del espíritu optimista que significó la transición política española y el consiguiente desarrollo económico y social, la crisis económica y política imperante nos hace deambular como Meursault, el personaje de 'El Extranjero', de Albert Camus. 'El Extranjero' narra la historia de un oficinista afincado en Argel que comete un crimen absurdo y sin motivación. La novela nos sumerge en un ambiente frío, neutro, sin implicación social o emocional alguna. Bajo esta frialdad, Camus nos arrastra, como nuestra crisis política y social, hacia una sensación constante de monotonía e indiferencia.
En nuestros rostros se refleja ya la carencia de valores, la frustración y la desesperanza ante la propaganda, la ideología, los sentimientos, la identidad y los intereses de partido. La alienación y el desencanto frente a la vida, el aburrimiento y la cotidianidad, nos va haciendo insensibles, despiadados. Como en la obra de Camus, se hace imprescindible una reflexión profunda sobre el sentido de nuestras vidas.
Una vez más viene al caso el concepto de 'resiliencia', que se refiere a nuestra capacidad para seguir proyectándonos en el futuro, a pesar de cualquier duro acontecimiento o condición de vida traumáticos. Desde el punto de vista de la Psicología, la 'resiliencia' se sitúa en «la realidad de seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en los individuos afectados recursos latentes e insospechados».
Que aflore, pues, nuestra personalidad resistente, nuestro sentido inquebrantable del compromiso, nuestra fuerte sensación de control sobre los acontecimientos, la interpretación de las experiencias dolorosas como una parte más de la existencia, nuestro espíritu de reto frente a la vida. La costumbre no debe vencernos. Nada ajeno debe dominarnos. Nuestra libertad debe vencer a la cotidianidad, al absurdo, al sin sentido.