Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


La vida son cuatro días

22/09/2022

Reza el dicho popular que la vida son cuatro días como actualización de aquel latino Carpe Diem que utilizamos para justificarnos cada vez que dejamos la rutina a un lado, esforzándonos en vivir cada momento como si no hubiera un mañana. Bien sabemos en Cuenca que esto es cierto. Concretamente esta manida muletilla se torna verdad de las buenas cada año entre el dieciocho y el veintiuno de septiembre. Amén de que por gracia y ventura de nuestros munícipes se añada algún día más, tal y como ha ocurrido este año. La forma de la celebración de estos días, de estas fiestas, supera lo celebrado quedando en segundo lugar el recuerdo de la conquista de la ciudad por las huestes castellanas, hace ahora ochocientos cuarenta y cinco años y convirtiendo la diversión, el reencuentro, la alegría en el punto central de tan regia celebración. Con la excusa de celebrar la victoria alfonsina, convertimos la Plaza Mayor y aledaños en punto de encuentro de amigos y familiares dispuestos a estirar las tardes veraniegas conquenses que se resisten a ceder el protagonismo a la otoñal paleta de colores que tornarán en oro el verdor de las hoces.

Entre quiebro y requiebro, entre zurra y cerveza, gachas o bocata desplegamos todo nuestro encanto para conseguir el objetivo de esto que llamamos vida y que no es otro que ser felices. De esto debería ir nuestra terrenal existencia. Y lo que se ha respirado estos días de vaca es felicidad.

Felicidad por retomar la última de las fiestas capitalinas que aún no se había recuperado. Felicidad por constatar que esto de la pandemia empieza a formar parte más del acervo histórico de cada uno que de la realidad inmediata (ojo, que sigue ahí). Y felicidad porque durante cuatro días hemos dejado atrás trenes, suciedad, agujeros y tantos desengaños que sufrimos habitualmente para reír hasta quedarnos sin aire, para bailar al ritmo de la banda, para comer con amigos (los de antes y los que hemos hecho), en definitiva, para hacer que esta ciudad se sienta viva.

¿Y ahora? Pues como dice Serrat vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza. Retomamos todos nuestros problemas en el mismo punto en el que los habíamos dejado. A lo largo de hoy se presentará el proyecto estrella de las últimas semanas, el proyecto de Toro Verde llamado a cambiar de una vez por todas la fisonomía de una ciudad necesitada de una importante transformación. Veremos y sufriremos las costuras de un comienzo de curso en el que se sigue denunciando la falta de personal para cumplir los deseos pronunciados de nuestros propios gobernantes. Asistiremos con el corazón encogido al desarrollo de la guerra en Ucrania mientras que seguimos sufriendo el desconcertante precio de la luz y del gas. Y todo esto mientras que en el horizonte se vislumbra un año nuevo electoral donde los haya. En fin, un panorama un tanto desolador. Ya lo dice el noi del Poble-sec El sol nos dice que llegó el final, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual.