Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


Como en Venezuela

30/05/2020

No hemos tardado mucho en volver a las andadas, en enredarnos en escándalos que cuesta explicar en pocas palabras, en acusaciones desproporcionadas, en exageraciones y en un clima guerracivilista totalmente impostado. No hemos tardado nada en olvidar a los muertos, el contexto internacional, en despreciar el análisis ponderado, la voz de los expertos y los científicos, el sentido común y la mayoría de edad que durante unas semanas de espejismo parecía habernos devuelto la crisis sanitaria.
Nos parecemos cada vez más a Venezuela, eso es cierto, pero no por lo que dicen quienes establecen el paralelismo con más frecuencia. Este país no recuerda todavía -por fortuna- a la Venezuela de Maduro, sino a la del paro petrolero, la fuga de multinacionales (ahí está la decisión de Nissan) y las caceroladas apocalípticas que acabaron convirtiéndose en profecías autocumplidas. Es muy cómodo y muy sencillo descargar toda la responsabilidad sobre las espaldas de la peor generación de políticos de la democracia, pero las culpas están mucho más repartidas de lo que medios de comunicación y ciudadanos estamos dispuestos a admitir.
El clima social y político de España me recuerda mucho al análisis del historiador italiano Grabriele Ranzato, quien reescribió hace diez años la Guerra Civil en un librote interesantísimo cuya tesis es que lo que aquí ocurrió no encaja con la versión de ninguno de los bandos. Fue, llanamente, un «eclipse de la democracia» (así se llama el libro). La sociedad, simplemente, dejó de pensar que se pudiese negociar nada con sus rivales políticos. Dejaron de ser personas y compañeros de viaje para convertirse en enemigo. El desenlace lo conocemos todos. Ojalá nos ahorremos el trance esta vez.