Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Identidad cultural

14/01/2021

Pues nada, lo que nos temíamos ha llegado más pronto que tarde. Dos semanas de este aún imberbe año, donde a juicio de los entendidos todo iba a ir mejor, han servido para volver a la casilla de salida. Enero, como ya avanzábamos, se plantea complicado. Las cifras de contagio del Covid-19, tanto en la provincia como en la capital, son tan elevadas que volvemos a las odiosas restricciones. El dichoso nivel tres volverá a ser nuestro fiel compañero durante los próximos días. Y de entre las cosas que no podremos hacer a partir de ahora hay una que parece pasar desapercibida. Es como ese jugador de fútbol que nadie menciona cuando el equipo gana pero que su ausencia convierte la victoria en derrota. Sí, el nivel tres vuelve a golpear al sector cultural con el cierre de auditorios, cines, museos, teatros…hasta las bibliotecas. 
¿Se acuerdan del confinamiento? Tras las malas noticias de rigor, los telediarios se poblaban de imágenes de vecinos compartiendo música, algo de Queen, una versión de Sabina… cantábamos a todo pulmón (que diría Miguel Ríos) cualquier versión de Resistiré, himno oficioso de esos meses. Combatimos la oscuridad de las noticias diarias con el poso de la cultura y cuando la marea pandémica pareció retirarse a sus cuarteles de verano, se instaló en la sociedad la justa idea de rescatar a aquellos sectores económicos que se ven afectados por las consecuencias de este vaivén de medidas. Pero, ¿alguien, de verdad, ha pensado en los creadores culturales? Y no hablo sólo de aquellos profesionales que han visto mermada su actividad económica a lo largo de estos meses. Me refiero también a grupos locales de teatro, orquestas, coros, grupos de verbena, circos, títeres, bandas, grupos de rock, soul, jazz, heavy…que dinamizan con sus actuaciones, año tras año, la vida de nuestras ciudades con una profesionalidad digna de alabanza a pesar de su marcado carácter amateur. ¿Qué va a pasar con ellos ahora? Llevan un año con pocos ensayos y menos actuaciones. ¿Qué plan hay para promocionar la actividad de estos grupos una vez que la maldita pandemia nos permita realizar una vida parecida a la que teníamos? Quizá el problema sea que estos grupos generan escasos beneficios económicos y, por lo tanto, no formen parte de las prioridades políticas. Pero algo tendremos que hacer para motivarles a que vuelvan a retomar sus ensayos con las mejores condiciones. 
Muchos de nosotros vivimos agobiados por la desazón económica y laboral que azota nuestra ciudad y ese malestar, esa sensación que nos agota, pueden verse diluidos durante unas horas con un buen concierto, con un entremés al aire libre, con una jam-session y con tantas y tantas oportunidades que la cultura conquense nos ha regalado durante estos años. Ellos también son parte muy importante de la cadena de recuperación que debe poner en marcha ya esta ciudad. Sin pecar de chauvinista, al igual que las pasadas navidades se nos pedía apoyar el comercio local, es el momento de crear una identidad cultural local que permita a estos grupos retomar su trabajo con un horizonte claro: ayudarnos a ser un poco más felices, a pesar de todo.