Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


En nombre de mis perros

04/07/2020

Tengo nuevo perrete, un spaniel también pero este de raza springer, más menudo que Lord, cuya pizca de sangre setter le dio mas alzada y que Mowgli, bastante más menudo, que eran ambos bretones. A este le he puesto Thorin, en homenaje a Tolkien y a su personaje, apodado Escudo de Roble, rey de los enanos en las entrañas de la montaña de Moira. Lord Jim llevó su nombre por J.Conrad y Mowgli, por Kipling, y que fue también como este, un impagable regalo de Juan Barrado, mi gran amigo de tantos años que de nuevo dispuso que yo no podía, y no podía de verdad, seguir sin perro.
Me envió a Thorin, cuando aún no tenía dos meses, a mi confinamiento montuno donde se pasó mayo al completo conmigo y donde ahora tras tener que volver a Madrid por la salida de la novela, conmigo ha vuelto. De cachorrillo recién destetado y patosuelo, que daba mal por hacerse sus cosas donde no debía, ha pasado a cachorrón que ya sabe donde hacerlas pero que a cambio no deja a su paso nada que pueda morder sin una marca o un desgarro. Aprenderá, cuando le acabe de salir la dentadura completa, lo que debe y puede morder y lo que no, pero hay que echarle su paciencia.
El Thorin da más mal que un piojo en una costura. Me ha roto muebles, cajas, sillas, me ha dejado sin conexión seccionando muy precisamente el cable exacto, echado a perder grabaciones tirando algo o liándola, justo en el preciso momento, parda y perpetrando toda la gama que se les pueda ocurrir de perrerías posible. ¿Qué va a hacer un mozalbete ya casi de cuatro meses sino hacerlas y luego poner cara de enorme contrición al ser descubierto? Y serán estos meses, sin embargo los que con mayor cariño recordaré siempre. Aquí es cuando se ha trabado ya nuestro vínculo, nuestro pacto vital y de por vida. Ya es mi perro y yo su amo o como quieran llamarlo. Pero vamos que el uno tiene al otro y el otro al uno para siempre.
Puede que se pregunten ustedes a qué viene esto de ponerle aquí hablar de mi perro con la que lleva meses cayendo y seguirá apedreando. Pues miren. Porque estoy tan asqueado que me cojo un respiro, que al menos esto me hace sonreír y hasta me conmueve. Y porque además quiero enviarles a todos quienes me lean un mensaje. Porque es justo ahora cuando muchos, aunque este año bastantes menos, se marcharán por un tiempo de sus viviendas y lugares habituales y porque en este momento es precisamente cuando se produce un masivo abandono de perros por parte de sus dueños humanos.
Solemos ser los cazadores. Cómo no llevarnos las culpas del maltrato a los canes, pero en esto somos los menos culpables y quienes en menor porcentaje comete estas tropelías. No niego que hay algunos canallas, como en todo colectivo, pero afirmo aquí que no hay nadie que comprenda mejor a un perro que un cazador, porque en el principio de la alianza entre ambas especies, el lobo que eran y el hombre de cromañón que éramos nosotros, estaba la caza como lazo de unión y de colaboración mutua. Y mantengo aquí y ahora que no hay perro más feliz en la tierra que uno que aún mantiene raza cazadora, y hasta algunos que la tienen olvidada también, que sale al amanecer al campo con el hombre que tampoco ha perdido esa misma condición y pasión por la caza.
Pero no quiero desviarme del asunto. En estos días se abandonarán muchos perros, en caminos, carreteras, gasolineras... En cualquier lado se les dejará tirados como a basura, como un juguete inservible y roto. Y los perros se quedarán allí esperando que el desalmado vuelva a buscarlos. Las cifras anuales son atroces. Pasan de los cien mil los abandonos, Y no son precisamente cazadores ni gentes del medio rural quienes comenten mayormente tal canallada. No. Esto tiene mucho más que ver con la urbe, con el capricho navideño y con que el cachorrillo crece y además necesita atención, cuidados y estar pendiente de él todos los días del año. O sea, aquello que no se pensó o hasta se proclamó que nunca se haría, pues el tal en cuestión se dice muy concernido por el amor a los animales y a los perros en general. Hasta que el suyo les estorba.
Quiero hacerle un llamamiento, sabedor de que ya habrá quienes estén aderezando excusas para lavar su conciencia de la decisión que ya han tomado y a los que no voy a convencer de que no cometan la canallada que llevan ya tiempo rumiando. Al menos, tengan un rasgo y un ápice de humanidad, no sean tan cobardes y den la cara entregando a su perro a alguna protectora o a algún refugio para perros abandonados. No sean tan miserables de dejarlos al borde de una carretera o en la primera parada ya lejos de casa. Al menos les pido eso.
Lo hago en nombre de mis perrillos muertos después de darme el mayor cariño a lo largo de sus vida, casi 15 años el uno, pasados los 13 el otro, y este cachorrete revoltoso con el que pienso en disfrutar juntos todos los que nos den nuestras respectivas vidas. Que de eso se trata de intentar hacer un poco feliz al otro. El Thorin por ejemplo ya ha dado un paso y ha ido perdiendo afición por los cables. Vamos mejorando.