Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


Me gusta ir en todo terreno

28/11/2022

Para el transporte de seres humanos, mercancías, ideas o creencias, disponemos de muchos tipos de vehículos. Y cada trasportista utiliza el trasporte que mejor se adecua a sus necesidades o posibilidades. Pensemos en que vehículo nos llegan las ideas o el conocimiento, y cuál es el que más nos gusta o mejor se adapta a nuestras necesidades.
   Al elegir libremente, cada cual escoge el vehículo que más le interesa. Si se viaja a otro continente normalmente se hace en avión. Si vamos, por ejemplo, a Sevilla el AVE resulta más cómodo que el coche. Los barcos y otros vehículos acuáticos son una buena opción para trasportar mercancías; pasar buenos ratos pescando; o de vacaciones en el mar. Para subir a la Sierra o ir al pueblo el coche resulta muy práctico. Otros prefieren el todo terreno o la furgo, que dan más libertad y permiten carrilear mejor. A unos les gustan las marcas alemanas, a otros las americanas o las coreanas, e incluso los coches indios, sin desdeñar lo casi español, como SEAT. Y nadie es quien para imponernos un medio de transporte.
   Lo dicho hasta aquí es lo casi lo mismo que se puede decir del transporte de ideas. Dejando de lado el latín, lengua necesaria para comprender muchas cosas, recojo una pregunta de Fray Agripino "¿Por qué razón se ha de imponer por ley un vehículo que yo no quiero emplear y que, además, nunca emplearé?" Uno debería poder usar el avión, aunque no saliera de su país. Y si algo hay que nos pertenece a todos es el idioma y encima nos permite comunicarnos fluidamente en nuestro entorno. Si no salimos de casa podemos utilizar un dialecto local, nadie nos impide ir en un patinete como el que utilizaba mi amiga Rosa en Chueca para dar la vuelta al pasillo que rodeaba su piso sin que nadie la multara por ello. 
   Dicen que van a desaparecer del mundo, o ya han desaparecido, en poco tiempo cerca de doscientos dialectos o lenguas, y me acuerdo de los Sefardís que cinco siglos después aún siguen hablando el español. Ningún eurodiputado, ni Puigdemon, viaja a Bruselas en mulo, que prefieren los asientos de los aviones en primera clase, y si no que le pregunten a alguno de los que quiere devolver a España al pasado, al de las chozas, al de las tribus que entre sí siempre estaban en guerra, aunque para sí prefieran una casa con otra para invitados dentro. 
   Hay algunos diputados que pretenden utilizar su lengua vehicular, cual si de rebuznar se tratara, aunque el rebuzno no tiene traducción, al igual que no tiene transcripción el cainismo, el cinismo, y la cerrazón de algunos de los que se suben al asiento de su carreta y evitan subir al único vehículo capaz de viajar a todos los rincones de España. Rescatar un idioma puede que esté bien, como el que restaura unas ruinas romanas, pero de ahí a pretender que hablemos todos en latín cuando visitemos su ruinosa masía hay mucha diferencia. Si alguno prefiere viajar en burro y trasportar sus mercancías en carromatos nadie se lo impide. A mí para ir a por hongos me gusta más el todo terreno de mi amigo el "marqués"; mucho más que la borrica pedorra que tenía mi abuelo. Para viajar al extranjero el vehículo español me es de mucha ayuda, y siento que se me entiende, aunque me gustaría tener otros. Y como también decía fray Agripino, "dificultar el uso de un vehículo nacional, me parece una aberración."

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