Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Celebrando lo que no se celebra

27/10/2022

Cuando haya llegado a sus manos esta nueva columna, muchos de ustedes estarán pensando cómo disfrutar el próximo puente que, gracias al designio de nuestro Consejo Escolar Municipal, se extenderá desde mañana por la tarde hasta mediados de la semana que viene. Uno de los pasatiempos nacionales, publicado el calendario laboral, es buscar con rapidez la colocación de los diversos días festivos que nos permitirán sobrellevar la longitud del año. Como jugadores de La Oca, buscamos poner en práctica aquello de De puente a puente y tiro porque me sigue la corriente.

Pero les confieso que en esta ocasión ando un poco despistado. Es cierto que vivimos en un mundo globalizado, que todo lo tenemos a golpe de clic, que conocemos inmediatamente lo que ocurre en la otra parte del planeta... Pero esto también tiene su lado negativo. Bajo ese concepto de globalización, nos vemos tiranizados por el continuo bombardeo de los medios de comunicación y multimedia de aquellas sociedades más dominantes. Y nosotros, globales que somos, no tenemos ninguna pereza en asumir como propios usos y costumbres de otros países por el simple hecho de creernos muy cool si nos vestimos, comportamos y divertimos como americanos, ingleses o alemanes. Digo esto porque he estado revisando decretos y boletines y en ninguno he visto que estos próximos días disfrutemos de ese merecido puente por celebrarse ese jalogüin o como quiera escribirse. En todas partes encontramos escaparates con telarañas, brujas, pociones, diseños terroríficos, asesinos en serie, celebramos conciertos con motivos jalogüinianos, organizamos pasajes de terror...Todo respira miedo, tragedia y truco o trato. Vamos, que esta fiesta de origen celta que poco o muy poco tiene que ver con nosotros, ha sido instalada en esta hedónica y conformista sociedad que se lanza, como pollo sin cabeza, a celebrar algo que no se celebra.

Porque no nos engañemos. Lo que celebramos el próximo martes es la festividad de todos los Santos. Eso y no otra cosa, por más que el amigo americano se empeñe en convencernos de que lo normal estos días es sufrir o pasar miedo. Nada más lejano de la realidad. Este día de todos los Santos, fiesta gozosa en la que los católicos celebramos la Iglesia Triunfante, lleva asociado una suerte de tradiciones que, a pesar de estar anclada en lo más hondo de nuestra propia cultura, languidecen ante nuestros ojos oscurecidas por el impacto audiovisual que llega del lejano oeste. Convendría que nuestros jóvenes, amén de recitar el cansino trick or treat estos días, conocieran la historia de nuestro don Juan Tenorio del decimonónico José Zorrilla, disfrutaran de la amplia oferta gastronómica en forma de puches, huesos y buñuelos o supieran que las calabazas las usaban nuestros antepasados para iluminar con su luz el camino de los fieles difuntos al cielo. El cuidado de lo propio no entra en conflicto con el disfrute de lo importado, pero esto nunca debe imponerse a aquello porque si no corremos el riesgo de perder nuestras propias señas culturales.