Fernando J. Cabañas

OLCADERRANTE

Fernando J. Cabañas


Laus Deo

23/06/2020

Un querido amigo utiliza la expresión "le faltan un par de martillazos" al aludir a los que, andando escasos de materia gris, sin embargo se interponen en la vida presumiendo de superioridad intelectual. Hace lustros tengo pendiente para uno de nuestros cafés preguntarle si dichos estacazos los ve como receta definitiva para rematar al sujeto en cuestión o bien para ponerlo de una vez por todas a punto. Todo podría ser. Pero cuando nos vemos, dedicamos el tiempo a otros temas más sustanciosos olvidándome siempre de plantearle mi duda. Cuánto me alegro de ello. Prometo, no obstante, saciar mi curiosidad en nuestra próxima cita. Por otra parte desconozco los parámetros científicos que utilizan, los que de verdad saben de ello, para catalogar a alguien como inteligente. Es más, con los avances experimentados en las últimas décadas, cada vez más, yo mismo me siento un ignorante en progresivo ascenso. Sin embargo, a pesar de mi confesa tosquedad, sí que sé detectar a la legua a un estúpido, a uno de esos (y esas) que, a pesar de lo que se creen, hacen alarde de su estulticia allí donde abren la boca. Siempre he manifestado mi atracción por los medio tontos, lo confieso. Pero también mi temor a compartir con ellos hasta la sombra de un nubarrón. Estos monumentos a la simpleza humana, aún teniendo carreras y habiendo escuchado de sus progenitores que son lo más listo que ha parido madre, hablan por hablar sin decir nada, huyendo de los debates porque ni tienen talante para dialogar ni argumentos más allá del porque lo digo yo o porque toda la vida ha sido así. Como exprimir una piedra, vamos. Nacidos para procrear y reproducirse, como máxima habilidad que la vida ha puesto ante su horizonte y que manifiestan hasta las cucarachas, hoy en día encuentran además en internet el escaparate idóneo para hacer gala de su imbecilidad e idiotez. Será por bobos. Laus Deo.