Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


La respuesta a la leyenda negra

11/11/2022

Regreso de Cádiz, donde este jueves pronuncié mi discurso como académico de la Real Academia Hispano Americana de las Ciencias, las Letras y las Artes que tiene allí por muy oportunas razones de contacto con el que fuera el Nuevo Mundo, descubierto por España. Un emocionante honor que supone también una deuda y un compromiso de contribuir en todo cuanto pueda a que esos puentes, esa cultura y esa lengua en común se restablezcan, se ensanchen y por ellos fluya la concordia, la hermandad y el reconocimiento.
Quise hablar también de nuestra propia falla y nuestro peor dislate. España, la Nación con la historia quizás más rica, épica y asombrosa de la Tierra, vive bajo la creencia de que debe avergonzarse de ella. España, los españoles, la Nación con la historia quizás más rica, épica y asombrosa de la Tierra, vive bajo la creencia de que debe avergonzarse de ella. Somos los mayores crédulos de la Leyenda Negra. Pero creo que hay ciertos motivos de esperanza y entendí que debía ser el colofón de mis palabras, que ahora quiero compartir con vosotros.
Porque si un día hicieran, o peor hiciéramos nosotros una película, o una serie televisiva, de Las Navas de Tolosa no se sorprendan que los almohades, la más tenebrosa, fanática, brutal y poderosa amenaza integrista de aquel tiempo, aparezcan como refinados y tolerantes representantes de una civilización exquisita y que el rey Alfonso VIII sea calificado de lo que hoy se califica a todo bicho viviente nacido en estas tierras desde Altamira y que incurra en su desagrado: facha.
El cambiar y revertir esto es la necesidad cultural más trascendental que como sociedad tenemos. Esa es la llave, la única para la cerradura que abre la puerta que permite el aventar el sambenito que nos aplasta. Pero no solo no hay empeño alguno en ello. Lo que hay es, precisa y crecientemente, lo contrario En su película y si por ellos fuera, lo bueno hubiera sido que ganaran los moros.
Pero mantengo, y les pido a ustedes que también lo hagan la esperanzas.
Por una cosa que percibo, muy llana, muy simple, muy a flor de piel.
Algo tan sencillo como que una buena mayoría de las gentes de nuestra España este harta de que les insulten a los abuelos. Porque ello, el arrastrar a nuestros antepasados por el fango y suponernos reos del crimen universal contra la humanidad, es el mantra de una corriente autoproclamada progresista, cuyos pilares, más humo que verdad, son la negación de la propia España a lo que, encima, y a pesar de no existir, se señala como origen de todos los males que ha padecido el mundo y de los que pueda padecer.
La resistencia es cada vez mayor o emerge un fuerte impulso de nuestra sociedad en reencontrarnos en lo que fuimos, somos y compartimos. Sin pretensiones de reverdecer glorias imperiales ni enaltecimientos sin mácula ni tacha, pero tampoco considerándonos reos del oprobio universal. Tenemos una historia tan rica y trascendental para el Mundo, cuajada de personajes de enorme relevancia, que no puede ser reducida a una consigna ni a un tuit ni juzgada con el esquema de valores y modas de hoy como norma exigida de conducta en épocas, civilizaciones y situaciones pretéritas, sino según su tiempo y circunstancia.
Las razones y pulsiones son muchas, pero creo que esta es la más sencilla y emocional de todas ellas. Tal vez hayamos comenzado a defender a nuestra historia porque nos hemos cansado de que insulten de continuo a nuestro abuelo.

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