Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


¿Libertad?

15/02/2021

Si ha habido progreso humano ha sido gracias a la evolución del concepto de libertad, es decir, ha sido la consecuencia de la puesta en práctica de un conjunto de reflexiones éticas acerca del conocimiento del bien y del mal. Lo moderno, digan lo que digan, es aquello que, a partir de sus formas poéticas y artísticas, nos permite a sus intérpretes hacer reflexiones capaces de contribuir a la evolución del pensamiento ético presente. Es necesario al hablar de libertad recordar las palabras de Karl Jaspers: “En el mundo abunda, sin duda, la muerte inocente. El mal oculto destruye sin ser visto, hace cosas que nadie oye. Ninguna autoridad del mundo llega siquiera a tener noticias de él... Los hombres mueren como mártires sin serlo cuando su martirio no es percibido ni será conocido nunca por nadie. La tortura y destrucción del débil acontecen diariamente sobre la faz de la tierra... Todas las interpretaciones de lo trágico resultan insuficientes”. Lo que nos recuerda Jaspers es precisamente esa ausencia de libertad con la que muchos, involuntariamente, conviven sin poder elegir o sin siquiera discernir qué es lo que está pasando.

Actualizarnos no es actualizar nuestra presencia en las redes, es o debería ser recuperar la dimensión de lo humano, de lo que es el ser humano, y ponerlo en valor rescatando su singularidad, siempre ligada a la libertad. No es libre quien se somete a los poderes terrenales si no quien reflexiona libremente de la única manera posible, la que supone no someterse a ningún arbitrio, aceptando uno de los derechos fundamentales del hombre: el derecho a equivocarse y a rectificar o cambiar. Interpretamos el presente desde lo que somos, desde nuestra existencia y experiencia, apremiados por el presente histórico y moral en que vivimos. Interpretamos nuestro presente inmersos en nuestras ideas y dudas, a veces llenos de prejuicios que nos impiden traspasar nuestra propia subjetividad y limitan el alcance de nuestro libre albedrio. Sin un examen crítico del presente no podemos actualizar nuestro discurso y actualizar el fundamento de nuestra existencia. Pensemos que la libertad puede consistir en aquello que los demás nos dejan hacer, y esa es la victoria que debemos merecer todos los días, y no dejarnos llevar por fundamentalismos políticos o ideológicos lamentables que nos niegan la posibilidad de ser libres. La libertad viene impuesta por los límites que nos imponen los demás al desarrollo de nuestra vida social, laboral, académica. Bajando al terreno de la cruda realidad pensemos en el debate entre ocupas y propiedad privada o en la “injusticia estatal”.

Pero también juega un papel importante en esa falta de libertad la falta de inteligencia y de tolerancia, que son causa principal de represión de las libertades y derechos humanos. Padecemos el poder de los mediocres, tan sofisticado en nuestro tiempo, poder que se hace especialmente visible en las instituciones académicas y universitarias. Bueno es recordar el poder de los intolerantes, tan enquistado en abundantes organismos sociales y gubernamentales, el cual constituye actualmente uno de los principales instrumentos de limitación y represión de libertad individual y colectiva. Vivimos una verdadera tragedia que sólo es visible cuando resulta inevitable. La experiencia trágica es, en su sentido original y helénico, la experiencia de un sufrimiento. ¿Coronavirus? Para que un hecho cualquiera pueda alcanzar en nuestra conciencia la expresión de hecho trágico es absolutamente imprescindible una acción voluntaria por parte del ser humano. Un desliz, un exceso irreversible en el ejercicio del poder, desencadena siempre una desolación irreparable.