Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


El Estado anémico y Sánchez sin tapujos

11/05/2022

Siguiendo con el chequeo de las patologías que afectan a nuestro tejido gubernamental me detengo en la de la anemia, que al parecer se está poniendo de manifiesto tras la infección  del espionaje múltiple. El acto culminante ha sido la destitución de la directora del CNI, Paz Esteban, servida en bandeja de plata a unos socios independentistas insaciables. Ni siquiera se ha dado lugar a una dimisión pactada. Sánchez, más Sánchez que nunca, sin tapujos. Suma y sigue. La operación ha consistido en victimizarse al mismo nivel  que la supuesta víctima que salió primero a la palestra con la cantinela tejiendo, de nuevo, los mimbres necesarios para azuzar los ánimos y reventar las calles. Todo ello acompañados, en forma de palmeros habituales y siempre dispuestos, por el coro de Podemos, ejército, por lo demás, deslavazado y sin cabeza clara que invariablemente, eso sí, tiene una afición patológicamente crónica a jugar al corro de la patata con todo aquel que pase por su ángulo de visión con intenciones de romper las costuras básicas del Estado. La mutación de la infección puesta en circulación por Sánchez ha consistido en crear la imagen de un espionaje imprevisible y atroz que puede afectar a todos por igual, incluso al Estado, que  se nos aparece como un ente anémico y desprotegido ante  todos los virus.
Así las cosas, finalmente el extraño caso del espionaje múltiple ha devenido en un intenso debate sobre la anemia que podría estar aquejando al armazón institucional, con un grueso de preguntas sin responder, por ejemplo: ¿si el espionaje a miembros del Gobierno se produjo coincidiendo con la grave crisis con Marruecos del año pasado, que puede tener que ver lo ocurrido o espiado en esos días con la entrega incondicional del Sahara, en un cambio brusco, en sorprendente decisión personal, de la postura histórica de España?. Por otra parte, la crisis de Pegasus ha tenido como consecuencia la integración de los independentistas en la comisión de secretos del Congreso. Todo dando una sensación de que el Estado, que debe velar por los intereses del conjunto, se pliega con una facilidad pasmosa a los intereses de las partes que tienen entre sus objetivos declarados su debilitamiento cuando no su destrucción, desde Marruecos hasta los grupos separatistas.
Es en este contexto donde emerge el debate sobre el Estado anémico, sin fuerza para hacerse valer en los escenarios internacionales y a merced de los chantajes interiores de la aritmética parlamentaria, pero también sin demasiada capacidad de maniobra para intentar solventar situaciones que amenazan con llevar a la precariedad a miles de españoles. No deja de ser sorprendente como desde fuentes gubernamentales se adelanta el fin próximo de la ayuda de veinte céntimos por litro en la compra de combustible ante la falta de solidaridad de las petroleras con la medida. Finalmente sería el ciudadano más necesitado de ayuda el que cargaría, en este caso, con la incapacidad del Gobierno para protegerle con vigor y con eficacia
En general, la anemia es una afección que provoca cansancio y poca vitalidad por la falta de energía suficiente, oxigeno, alimento. Sin embargo, al mismo tiempo, el Gobierno nacido de la   aritmética parlamentaria diseñada por Pedro Sánchez  para acceder a las salas monclovitas está lleno de recovecos tan inservibles como luminosos, bambalinas, asesorías y brillantinas varias, con un gasto público poco medido y  no siempre dirigido con la intensidad adecuada a cubrir los servicios básicos esenciales, a paliar las necesidades de los españoles más necesitados de una forma real más allá de los grandes enunciados propagandísticos, y a aliviar de cargas fiscales demasiado grandes a los autónomos y pequeños empresarios.
La anemia se manifiesta en las funciones esenciales del Estado de proyectarse con  vigor hacia fuera y hacia dentro, al tiempo que se dejan ver bolsas de grasa inoperantes y perniciosas para el funcionamiento del conjunto. La pregunta ahora es si la falta de vitalidad de un Estado con síntomas de anemia dará paso al estado terminal de un Gobierno cogido desde el principio con alfileres y cuyas costuras están debilitadas por su propia dinámica interna y  también por un contexto exterior endiablado que está colocando a todos los países en una situación de convulsión y cambio irreversible.