Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Nuestra raza

28/05/2023

Salió a pasear por el Harlem, en Nueva York. Su piel le delataba, era blanca entre tantas pieles morenas... En algunos rincones de ciertas calles cuchicheaban. Lo peor vino cuando en un rincón unos jóvenes le arrojaron una botella medio vacía de cerveza mientras le increpaban: ¡Maldito blanco!
¿Qué nos parece? Repugnante. Por el delito de haber nacido -diría Calderón de la Barca- dentro de una piel u otra uno es atacado, despreciado. Pues lo mismo y todavía en grado más terrible sucede cuando un inmigrante o español, por tener una raza o, mejor, un color de piel diferente, es insultado o agredido. Y todo viene de una falsa creencia en la superioridad de una raza sobre otras, como creían espantosamente los nazis. Que Occidente se haya desarrollado muy por encima de otras civilizaciones en no pocos aspectos y que en países como España la inmensa mayoría ostente una piel blanquecina o levemente morena no tiene relación. Nada tiene que ver con la raza sino con la cultura y las ciencias, con el desarrollo económico y militar que permitió invadir otras tierras y aprovecharse de sus recursos, a veces intercambiando bienes y otras también exportando ciencia, saber, religión, artes... Pero el que nació con piel negra o tiene aspecto oriental no escogió el modo de venir al mundo. Nadie es culpable ni tiene mérito alguno por el cuerpo que le dieron al nacer. Además, mientras que un blanco puede pasearse por casi todos los rincones de Uagadugú o Nairobi sin que sufra maltrato o insultos por el color de su piel, el negro que ha sobrevivido en nuestras calles a veces se siente no solo despreciado por aspectos raciales sino como un ser que otros consideran inferior, y eso es abominable. Considerar a un moro o un negro desdeñables por su raza es muy lamentable. Ciertas tribus esclavizadas, vendidas como objetos en América y otras zonas del planeta... Mirar siniestro provocado por negreros. Los europeos fueron sumamente hipócritas negociando con carne humana, casi como ganado.
Que en un partido de fútbol insulten a un jugador utilizando como motivo el color de su piel es repugnante, como también lo es maltratar a quien nace con un defecto, cojo, manco, sordo o ciego. El pensamiento cristiano dejó en nuestra cultura la idea de respetar y querer al prójimo, sea como fuere. Contemplar a ciertos bárbaros racistas insultando a un jugador muestra un deterioro moral grave.
Ahora bien, que Irene Montero, la ministra, declare ante Brasil que el racismo «está muy arraigado» en España resulta incierto. Afortunadamente, es mucho más leve que entre anglosajones y, por supuesto, alemanes o chinos. Los españoles hicieron esposas a las indias y mezclaron sangres. La mayoría tiene genes de judíos, moros, godos, romanos, celtas... Pero hay que estar atentos ante los abusos: somos el otro.