Cuando en la televisión vemos un incendio o un desastre no comprendemos lo que vemos. Somos espectadores que cada día tienen más difícil distinguir entre realidad y ficción. ¿Es una película, basada en hechos reales, un videojuego? Sentimos la angustia de los perjudicados, contemplamos su dolor, pero a distancia. Como si los damnificados fueran actores del Método. No deben olvidarse, sin embargo, quienes combaten contra el fuego o quienes resuelven los desastres. Son los bomberos, los agentes mediambientales (ni temporeros ni precarios), la UME (Unidad Militar de Emergencia), cada día más decisiva, criticada cuando se creó, policías nacionales, guardias civiles, policía local, sanitarios, sí son necesarios. Combaten en condiciones extremas contra un 'Leviatán' que se presenta indestructible. Pero pelean y pelean, aun a riesgo de saber que pueden sucumbir. Desgastan el alma en el intento, extraen de su voluntad, coraje, fuerzas para aguantar. Son héroes, pero héroes con nomina. Cumplen con su obligación, pensarán algunos. Para eso les pagamos, dirán otros. Su dedicación, en cambio, sobrepasa la obligación y la nómina. En el incendio de Montesión (Toledo) pudimos contemplar sus rostros y cuerpos desencajados por la fiereza de la batalla. En los días siguientes hemos comprobado su trabajo en el campo desolado.
En un incendio feroz, como serán los incendios de los veranos del cambio climático, su poder va más allá de lo conocido. Nos lo vienen advirtiendo: las catástrofes serán más violentas, más destructivas, más traumáticas. Se llevarán más gentes, arrasarán más lugares. Vista la actuación de estos héroes algo más tranquilos estamos. Sabemos que no les pagamos como trabajan. Las Administraciones Públicas tendrán que contar con las nuevas condiciones climáticas. Tendrán que invertir más, y durante todo el año, en prevención de riesgos naturales, patrimoniales y urbanos, porque cualquier modalidad de apocalipsis puede aparecer en pocos minutos. Tendrán que dotarles de medios técnicos y tecnológicos. Hemos visto cómo exponen su vida por salvar la nuestra o nuestros enseres. Es el destino del héroe y su misión decisiva. Nada que ver con los superhéroes de Marvel o Disney. Son de plastilina. Los nuestros son como nosotros, solo que héroes en los momentos cruciales. Hay que prepararles para enfrentar un enemigo tan devastador como la naturaleza desencadenada. La condición de héroe consiste en medir los riesgos antes y crear “lógicas de intervención”. Y disponer de los recursos apropiados para derrotar al enemigo. Los héroes no se improvisan, surgen en las condiciones oportunas.