Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


La 'republiqueta' de julio

05/07/2021

No escribí por primera vez que «los pañales y los políticos han de cambiarse a menudo… y por los mismos motivos», que fue Sir George Bernard Shaw. Decía Gandhi: «si hay un idiota en el poder, es porque los que lo eligieron están bien representados». Y vuelvo a un país, Sudáfrica, que conquistó la libertad. Los liberados del apartheid no son distintos de los blancos descendientes de ingleses y holandeses, enfangándose en corruptelas que deshonran a quien les dio la libertad: «La mejor manera der ser libre es respetar la libertad de los demás», nos decía Mandela, su primer presidente negro. Lo malo de los nuevos «adalides» es que los que dicen ser abanderados de la libertad suelen ser también los que más deshonra traen a los pueblos que dicen representar, si de populismos, nacionalismos, y otras pestes legendarias que inundaron de muertos las fosas hablamos. Son los tiempos más difíciles que ha vivido la humanidad, aunque algunos vivamos mejor de lo que se ha vivido nunca. No es raro oír que las elecciones de algunos países del mundo las deciden los ordenadores manipulados para favorecer al ganador. No es raro oír que sigue habiendo esclavos, y el más esclavo quizá sea el que no es capaz de decidir por sí mismo, de elegir siendo consciente de lo que está haciendo porque está bien informado, suponiendo que pueda votar libremente. Víctima aquel al que se le niega la posibilidad de promoción. 
Pensar en los dirigentes de la mayoría de las naciones me produce nauseas, no lo puedo evitar, es como si la gente se hubiera vuelto idiota y estuviera bien representada; como si los votantes hubieran sido abducidos por un ser superior, o les hubieran trepanado el cerebro, dejándolos vivos para que los siguieran votando; como si los corruptos tuvieran premio; como si los algoritmos que salen de los ordenadores ministeriales en las elecciones solo obedecieran a su amo al estilo Tezanos que los dirige con su mano manumitida en la intimidad de su entelequia. ¡Quíaa! Expele con puesto «tez perniles».
Y es que vivo en España, de momento, pues esto se parece cada vez menos a la madre que la parió con tanta republiqueta, con tanto pluriparlante rompiendo las costuras que el taller de costura monclovita cose una y otra vez para que los que descosen se sigan llenando los bolsillos de prebendas providenciales, como en el caso catalán en que la industria culé o culiparlante llegó con tapabocas franquista. Prebendas de hoy para que los manos tijeras no se terminen de arruinar con los referéndums de indeterminación y sigan con el exterminio del erario público español. Y lo que digo consta en acta, aunque se haga con la alevosía del mes de julio, mes favorito para tropelías, indultos, credititos que no se devolverán, y otras concesiones que los abotargados españolitos sufrirán cuando se levanten del sopor de la siesta veraniega creyendo que es un mal sueño. 
Pues eso, que hay que cambiar a los caganets, que huele muy mal la republiqueta, y a menudos a punto de reventar la España de los que se pasean (o debían pasear) por el seto del Madrid de la carretera de la Coruña cuando van a ver a Benavides, ese león africano que custodia la corte. La «corte» lugar que en la Serranía siempre fue hogar cerdil, y que en Madrid tiene un tornajo a tutiplén para estipendio de sus estupendísimas señorías y señoriting@s, sin Suñer y con señeras, ikurriñas, y otros retales que hay que coser.