Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Comer, beber, amar

15/10/2021

La política exterior y su extensión máxima, la militar, son materias de difícil comprensión. Las suspicacias de la población y la tendencia a asumir cualquier teoría conspiratoria como cierta dificulta a las democracias poder seguir una pauta coherente. Es obvio que las expectativas depositadas en una posible apertura política de China con su ingreso en la Organización Mundial de Comercio no se han cumplido. Su modelo político se ha reforzado, pues el gobierno posee ahora más recursos que nunca para imponer sus designios. Los avances tecnológicos facilitan el seguimiento individual y su nacionalismo feroz empieza a visualizarse con naturalidad.

El crecimiento chino es deseable y su pobreza era una anomalía, pero obviar que es una dictadura es ingenuo y peligroso. El brutal incremento del presupuesto de defensa, el hostigamiento a la prensa extranjera, los ataques a sus empresas tecnológicas, los cambios en Hong Kong y la gestión del Covid son advertencias serias del talante de su gobierno. Las modificaciones constitucionales para perpetuar a Xi Jinping en el poder así como el culto a su persona nos indican que la apertura política está en franco retroceso.

La primera incógnita. ¿Estamos dispuestos a los gastos de defensa necesarios para proteger a los vecinos del gigante? ¿Hasta dónde llega nuestro compromiso por la democracia con Taiwán? Las carencias navales norteamericanas supondrían a Europa un esfuerzo espectacular para conseguir equilibrar fuerzas.

La segunda incógnita. ¿No sería más prudente deslocalizar la industria y la alta tecnología de China como mínimo? Si hubiera un conflicto militar la economía global colapsaría. Esta realidad, esto explica la tranquilidad china ante nuestras huecas palabras.

La tercera incógnita. ¿No estamos hundiendo nuestras propias economías con un ecologismo suicida y una transferencia tecnológica inaudita al ignorar la competencia desleal que supone China, su impacto en el mercado de las materias primas o su monopolio de metales raros?

El mayor error es nuestra incapacidad para detectar retos propios. Occidente va a sufrir una implosión demográfica espectacular, la economía no crece, los sueldos reales se reducen con el consiguiente crecimiento de las desigualdades y nos hemos enganchado a la deuda para asumir el día a día.

Los votantes tienen unas expectativas en la clase política que no son realistas y los gobernantes un concepto sobre sus capacidades que les envuelve en una soberbia enfermiza. La libertad requiere responsabilidad, amor al riesgo, el retorno por el sacrificio voluntario y defender la igualdad de oportunidades no de resultado. ¿Estamos dispuestos?