Francisco Javier Martínez

CARTA DEL DIRECTOR

Francisco Javier Martínez


Amparo Izquierdo y la sinrazón

13/09/2020

El nombre de Amparo Izquierdo es un nombre relativamente común en España. Es más, pasaría desapercibido para el resto de ciudadanos, pero se hizo viral en las redes sociales en los últimos días. La razón no es otra que detrás de ese nombre, Amparo Izquierdo, se halla una mujer que trabaja como camarera en la cafetería del Parlamento catalán, pero es una de las muchas emigrantes del resto de España que llegaron a Cataluña para buscarse un futuro mejor. Su lugar de nacimiento es Las Pedroñeras y su delito, por llamarlo de alguna forma, haber hecho unas declaraciones en castellano en TV3, la televisión autonómica catalana.
A partir de ese momento, los radicales independentistas sacaron la artillería para que Amparo Izquierdo sea despedida fulminantemente de su puesto por haber atentado contra Cataluña.
Cada vez entiendo menos el movimiento independentista catalán y creo que se cuece a fuego lento en su propio jugo y cuando se haya reducido a la mínima expresión por sus propias incongruencias, se evaporará. Si no es así, mal futuro le espera a Cataluña, hace unos años punta de lanza de la economía nacional y hoy una sombra de lo que fue por culpa exclusivamente de sus gobernantes, más preocupados de mirarse al ombligo que de mantener empresas y empleos en su territorio. Y es que los independentistas siempre van con una doble vara de medir. Porque en este caso se rasgan las vestiduras por las palabras en castellano de una trabajadora conquense que ayudó a levantar esa región, pero su presidente, Quim Torra, no tuvo ningún miramiento en intentar atraer a los turistas españoles al principio del verano, cuando la debacle del sector en Cataluña era ya evidente. Eso sí, la campaña publicitaria -una de las más costosas de los últimos años- se presentó en catalán. Algo incomprensible si quiere captar al público castellanohablante.
Si viviera en la actualidad, el genial Ramón María del Valle-Inclán se lo pasaría pipa con estos independentistas, porque le darían mil y un argumentos para escribir otros tantos esperpentos. Pero bromas aparte, lo peor de todo es que a estos sinsentidos lo llaman ahora alta política, por lo que la altura que tiene debe ser muy escasa y sus protagonistas unos aprendices de los verdaderos estadistas y hombres de Estado que un día, quizás ya demasiado lejano, tuvo este país que es España.
De momento, la única perjudicada del asunto es Amparo Izquierdo, una trabajadora anónima que, sin quererlo, saltó a la palestra y a la que los independentistas le complicaron la vida, que buscó  mejorar un día lejos de su lugar de nacimiento, Las Pedroñeras, Cuenca.