Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Él, estaba en Ávila

22/09/2020

«Mi error fue ser leal a miserables como Jorge (Fernández Díaz), Rajoy o Cospedal (María Dolores)»,  declaró Francisco Martínez, quién fuera Secretario de Estado de Seguridad en el Ministerio del Interior, siendo titular Jorge Fernández Díaz. Se refiere a la llamada operación ‘Kitchen’, que alguien ya ha calificado como un ‘Watergate’ a la española. ¿Tendrá desenlace como el norteamericano o, al ser uno más de los muchos embrollos españoles quedará en nada? La operación consistía en utilizar  recursos y personas del Ministerio del Interior para alterar, manejar, implicar jueces, mover policías,  ocultar y   destruir pruebas que afectaban al tesorero del PP, señor Bárcenas. Uno de los suyos. Y no cualquiera.
En la trama Kitchen se ha imputado a Fernández Díaz, hasta el momento. Pero, ¿por qué se organizó esta trama desde el Ministerio del Interior, con personal y recursos económicos públicos?  Al parecer, para ocultar ingresos y financiación complementaria que afectaba al PP y sus dirigentes.  Al margen del hedor autoritario de la operación, lo que resulta estremecedor es la expresión del exsecretario de Estado de Seguridad. Hay que ser de acero para no sentir  escalofríos ante sus expresiones. ¿Qué gente accede a la política? ¿Y  para qué?
Los indicios de la trama señalan corrupción institucional para tapar corrupciones partidarias. ¿El PP es un partido político o es una organización para otros fines? Tras el gobierno de Aznar aparecieron actuaciones corruptas. En la etapa de gobierno del señor Rajoy, han surgido otras varias, entre ellas esta de la que escribimos. Se suma a  Madrid, Valencia, Baleares y otras.  Si el PP fuera un partido político ¿puede ignorar este asunto el  señor Casado, aduciendo que él era diputado por Ávila en «tiempos ya muy antiguos», (la trama se desarrolla entre los años 2013 – 2015)? ¿Puede permitirse la sociedad y la opinión pública españolas el silencio o dejar que este entramado de corrupción y espionaje se diluya en una maraña de informaciones, sobreinformaciones y desinformaciones hasta conseguir el hartazgo y el olvido? En la Italia de la mafia y la camorra ha sido lo habitual.  ¿Pueden aceptar las gentes de  derechas tales comportamientos? ¿Pueden justificarlos con excusas  como  que el líder actual  era diputado por Ávila, como él ha dicho para eludir responsabilidades?
A la política le faltaba, para embarrarla un poco más, unas declaraciones como las realizadas por el señor Francisco Martínez y unas actuaciones como las que denuncia. Miserias y miserables existen en todas las profesiones,  en todos los sectores, y en todas las manifestaciones de la vida. ¿No proliferan miserables y miserias en Universidades, en  periodismo, en empresas,   en la  música, en el cine o el fútbol, por citar algunos ejemplos?  Cuando surgen este y otros casos que afectan a la política los ciudadanos pueden tener la sensación de que la política es un estercolero. Y no, necesariamente, es así. Cosa distinta es que adquiera mayor relieve porque a los partidos políticos llega gente que busca medrar o enriquecerse en ellos. No pretendo concluir con una prédica moral o un sermón de ética política, sino sostener que existe mucha gente, de cualquier ideología, que se dedica a ella con planteamientos claros. Y que, aún con escepticismo, debemos creer en el valor de la política y la democracia partidaria como instrumentos imprescindibles para garantizar la convivencia. Deslegitimar la  política nos lleva recurrir a otras formas de solución de conflictos. Aparecen otros recursos, por ejemplo,  las armas o los regímenes autoritarios. Claro, que la política debe ser defendida con legislación inflexible, rotunda e incuestionable contra la corrupción. No existen ideologías ni matices en la corrupción.