Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Nuestros presidentes nos despluman a corto y largo plazo

21/03/2023

Mi presidente del Gobierno y mi presidente Autonómico son de película, como Bogart y su churri en el París de 1940: el mundo se desploma a su alrededor, pero ellos quieren continuar con nosotros su idilio. ¡Cómo nos quieren! No reparan en gastos para demostrarlo.
Lo que pasa es que su actitud tiene algunas lagunillas, principalmente dos: una, que sus agasajos preelectorales los pagamos entre todos ahora y hasta 2050. Dos, que las presuntas dádivas no nos cunden mucho pues la realidad de cada día nos demuestra que es más difícil llegar a fin de mes. Bueno, que el dinero no sea obstáculo, que pagan los hijos: lo único que tiene que pasar es que cuadren sus planes para continuar con el poder. Mientras que los parroquianos evaluamos qué estamos haciendo con nuestro voto, el país continúa sin proyecto, y lo más grave es que cierta clase política anclada en 2014 no entiende que la ciudadanía no vive de sueños ni esperanzas sino de cuentas reales.
Cada cual tiene su estilo: Sánchez es una máquina. El espíritu de su 'resistencia' ha sido siempre el mismo: imponer su criterio, por muy minoritario que sea, ante los propios y los rivales, para conseguir un poder cimentado en la división y las derrotas ajenas, pero no en una plataforma amplia de pactos habituales con la mayoría social moderada que confiera de una vez a España una serie de objetivos comunes. Por eso le viene bien lo del pacto con las fuerzas que pretenden socavar la unidad nacional, porque a éstas les beneficia una España desdibujada, lo que le permite a él consolidar el liderazgo nacido del caos y la crisis. Es un político amante del barro, que se desenvuelve bien en el regate corto y en el juego de desprecio a sus opositores internos y externos. La clave del mantenimiento de esta política de crisis permanente a la italiana, que hubiera sido plenamente compartida por el difunto Giulio Andreotti, es que se sostiene mientras el que la provoca y se beneficia es el que maneja el presupuesto público. Así, la posibilidad de tirar de la caja le confiere la autoridad social y económica que le separa del marasmo que él mismo ha creado, y los meses corren sin que sepamos bien donde vamos. Un fenómeno él y unos fenómenos los españoles que andamos desnortados y estamos acostumbrándonos a una política de mínimos y medias verdades.
El de Castilla-La Mancha, del mismo partido y que vota y apoya en la práctica las mismas políticas, aunque todo el aparato mediático lo tape, está ejecutando un último esfuerzo para retomar el espíritu de independencia aparente. Está tirando de los que mueven el dinerito y la representación social que siempre decían sí a Bono, pero que ahora no se lo acaban de ofrecer a él, y no están tampoco dispuestos a enfrentarse a sus bases sociales para imponerles el voto a un candidato del mismo partido que Sánchez y con parecida gestión económica. Si los resultados en la Castilla-La Mancha real, coincidieran con los que ofrece cada nota de prensa del PSOE autóctono, podría tenerlo más fácil. Pero sucede que los desgarros en nuestros bolsillos son tanto o más evidentes que los que padece la media nacional, y eso no tiene buen arreglo frente al postureo.