Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Año de elecciones y de renovación de perfiles

24/01/2023

Es necesario que todas las elecciones animen a la incorporación de personas nuevas en todos los niveles territoriales. La ciudadanía ha de sentirse con la responsabilidad permanente de ser la jefa de los que gobiernan (el significado que usa esta serie de colaboraciones desde hace años apelando a que todos seamos políticos). Lo ha de hacer votando, pero también optando a cargos y funciones públicas.
El declive de las fuerzas que llegaron para incorporar caras nuevas suscita muchos comentarios en torno a las dificultades de renovación de la clase política, bien por la complejidad que en la práctica tiene el ejercicio del poder y la gestión de la propia imagen cuando se mantiene un perfil público, bien por la resistencia de los apoltronados a ceder sus asientos a personas nuevas.
Lo cierto es que algo de las dos cosas hay. Por una parte, la llegada de nueva gente a las administraciones y cargos, que es una absoluta necesidad, demanda un cierto tiempo de adaptación pues algo de oficio, y por tanto de aprendizaje, tiene la política. Pero eso no es una dificultad para que suela ser un éxito el aterrizaje de ciudadanos, famosos o anónimos, por primera vez a las instituciones. Por otra parte, es natural también que los equipos ya formados, y eso se ve mucho en víspera de elecciones, se resistan a ceder espacios a quienes no sudaron la camiseta.
No siempre es cosa de celos ni de retener honores y sueldos, también en ocasiones se hace patente la incongruencia de renovar por renovar. Dicho esto, es un clamor fundamentado la necesidad de que los banquillos se muevan, los gobiernos se abran a gente totalmente virgen y se ventile la relación representativa, manteniendo por el bien público a todos los que lo merezcan o tengan aún cosas que decir. ¿Saben dónde está la trampa, y porqué surgen los problemas de las renovaciones y las nuevas incorporaciones? Cuando las mismas no son espontáneas o naturales y son articuladas e impulsadas por los que no quieren marcharse para que los que llegan sean de su cuerda, manejables, y no les hagan sombra. Ahí surge el fallo pues se cortan de raíz legítimas aspiraciones de base popular o carreras silenciadas de gente válida.
Las elecciones locales se muestran como un campo especialmente propicio a la articulación de candidaturas de personas que nunca hayan participado y sirven para aportar la lógica y visión de una calle que esté ajena a los vicios de gestión, que se manifiestan por el paso del tiempo en cualquier estructura política y administrativa.