Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


El moro malo

01/06/2021

Todo tiene sus causas y el acierto está en conocerlas y hacer previsibles sus efectos, pero nuestra responsable de Exteriores, en la onda de la ineptitud general del Gobierno, parece sorprendida por el actual desencuentro con Marruecos, que responde a una larga y conflictiva relación de vecinos. Para crear el ‘Gran Marruecos’ el rey moro va invadiendo poco a poco nuestros territorios históricos mediante su arma barata y poderosa que es la población usada como ariete, llevada hasta la inmoralidad de secuestrar y enviar niños al frente. Meter en Ceuta 8.000 intrusos es como meter medio millón de invasores en Madrid.
Esto diagnostica nuestra debilidad, pues como Hassan II montó la invasión del Sahara con Franco moribundo, Mohamed VI aprovecha nuestra situación de crisis para ganar terreno.
El rey moro usa como pretexto la acogida en España de su enemigo Ghali, líder del Polisario y de la RASD. Si España fuera ahora una nación respetable, habría acogido a ese enfermo de Covid sin necesidad de dar a nadie explicaciones, pero nuestra inseguridad nos ha hecho montar un número ridículo para disimularlo metiéndole en un hospital de Logroño y con identidad falsa. Las justificaciones de nuestro Ministerio de Exteriores han sido para partirse de risa: «Su identidad no es falsa, sino distinta». Pero si esa ministra de fortuna hubiera estado en su puesto habría sabido que Ghali era un paciente peligroso que iba a contagiarnos a todos nosotros. Y si el CNI se hubiera desperezado a lo mejor habría descubierto que el suceso era una trampa inducida por los propios servicios secretos marroquíes.
González-Laya no parece enterarse de la situación de Marruecos, que goza del favor de Washington por su islamismo moderado y tácticamente pro-israelí y su lucha contra el Polisario argelino que patrocina Rusia, al punto de reconocer un Sahara marroquí. Por nuestra parte, la justa defensa del pueblo saharaui nos ha llevado a apoyar erróneamente al Frente Polisario.
El moro nos chantajea y a cambio de hacer de cortafuegos al yihadismo y contener la inmigración (que no la impide, sino que la administra) recibe dádivas de una España siempre deudora y humillada. El moro nos mete la droga por el sur, trata de apropiarse de aguas territoriales, ha llenado Canarias de millares de falsos náufragos y ahora invade España en Ceuta. Y como represalia a la afrenta de Ghali, ha concedido asilo al fugado Carles Puigdemont.
El problema es grave porque internacionalmente somos poca cosa mientras que el moro tiene bien guardadas las espaldas y repletos sus arsenales por Estados Unidos. En otros tiempos éramos respetados en Washington, pero desde que el nefasto Rodríguez se quedó sentado ante su bandera, simpatizamos con los países menos recomendables de la izquierda y hasta hemos metido al comunismo en el Gobierno. La elección no ha sido buena, pues hay que tomar partido sabiendo lo que a España -y no a Sánchez- le conviene. A estas alturas ni Biden ni Mohamed le cogen el teléfono y él no se quiere enterar de que no tiene categoría de Jefe de Estado. El moro es malo, pero lo peor es que las potencias mundiales se fían más de Rabat que de Madrid.