Nada de despedidas del año. Con un ‘adiós’ seco, basta. Encaremos el año 2020, aunque nos devore entre sus fauces de sorpresas e imprevistos. Preferible, dentro de los desastres que nos amenazan, la expectativa, (ojalá no se cumpla), de ser derrumbados en este año que haberlo sido en los pasados. Y así en los siguientes. Una manera urgente de afrontar el futuro sería luchando contra el cambio climático. Ya cada vez más gente cree en el fenómeno, menos Trump, Bolsonaro y, por aquí, los de Vox y quienes no hacen nada para combatirlo, excepto discursos que rezuman tópicos y lugares comunes. Se trataría de recordar a las administraciones públicas la obligación de organizar un ‘New Deal Green’, copiando la iniciativa de los demócratas norteamericanos, a ver si los responsables públicos se toman más interés por medidas encaminadas a la reforestación, a la reducción de desperdicios, la depuración y reutilización de aguas residuales y hasta se potencia la ‘economía circular’, que ahora se vende en Escuelas de Negocios y otros estamentos modernos.
En Holanda – siempre, el Norte – se ha emitido una sentencia cívica y precursora. Los jueces imponen al Gobierno la obligación de reducir emisiones de CO2 «porque debe protegerse al ciudadano del deterioro del entorno y la lucha contra el cambio climático es un asunto de interés general». En consecuencia, sí es de interés general, también lo sería de interés territorial y local. Es decir, que si trasladamos no la sentencia – bastante tenemos con lo que nos dan en otras jurisdicciones – sino su espíritu, cada ámbito de la administración tiene que destinar y disponer recursos económicos, personales y técnicos con los que combatir la acelerada destrucción de la naturaleza. Y es que las autoridades tienen la obligación de proteger a los ciudadanos «contra actividades industriales dañinas porque de no hacerlo, la actual generación verá peligrar su vida y su vida familiar», también según la sentencia holandesa.
Una buena forma de comenzar el año consistiría en iniciar un proyecto conjunto con varias anualidades económicas comprometidas para reforestación – en Toledo capital, urgente – y actuaciones para disminuir la contaminación y sus efectos tóxicos. Nosotros, además, tenemos una cuenta pendiente desde hace años: un trasvase de aguas hacia lugares con otras posibilidades de abastecimiento y un cauce, a su paso por Toledo y Talavera, deteriorado por años y años de sobreexplotación y contaminación. Con la confianza en el futuro, ‘hola’ 2020.