La nación del PSC

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El PSOE tiene una Ejecutiva Federal que lleva los asuntos del día a día, y un Comité Federal que es el máximo órgano de dirección entre congresos y que decide sobre las cuestiones de fondo de su paradigma político. Cuenta, además, con dos declaraciones, la de Granada y la de Barcelona en las que refrenda, negro sobre blanco, que el federalismo es la mejor solución parta los problemas territoriales de España, y el actual secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, logró el apoyo de la militancia para resucitar tras defender de pueblo en pueblo la plurinacionalidad del Estado, con lo que los militantes que mayoritariamente le apoyaron sabían cuál es su pensamiento.

En el programa de las pasadas elecciones generales, a la dirección socialista se le olvidó hacer mención del federalismo. Ahí estaba vigilante el PSC para recordarles su falta de memoria federal y hacerles rectificar. La razón del despiste plurinacional estaba relacionada con la necesidad de no mostrar un flanco débil en un momento de crispación política, aunque al mismo tiempo ha servido para poner de manifiesto que a Pedro Sánchez le preocupa más lo contingente que lo fundamental, y tras sus magros resultados electorales, vuelve a una posición que no hubiera recuperado de haberle salido las cuentas de otra manera.

El PSC, que tiene congreso el próximo mes de diciembre, vive también en las mismas contradicciones, unas veces es más nacional que nacionalista y otras al contrario. En los últimos años, bajo la hégira de Miquel Iceta, uno de los sostenes tradicionales de Pedro Sánchez en cualquier circunstancia, y tras las crisis y deserciones habidas en su seno, el PSC mantiene una posición perfectamente coordinada con el PSOE, con el diálogo dentro de la ley y la Constitución para salir del laberinto catalán.

Miquel Iceta ha afirmado que es preciso reconocer a Cataluña como nación y a España como un Estado plurinacional y ya han saltado todas las alarmas. No ha dicho nada que no se supiese. Pero en el momento en el que la investidura del presidente del Gobierno depende de las negociaciones con ERC, esas declaraciones son vistas como un primer paso en la cesión a los independentistas catalanes de ERC para conseguir su abstención. Por el contrario, se concede menor importancia a otras de las propuestas de debate en el congreso de los socialistas catalanes relacionadas con la inmersión lingüística y a favor del castellano, que son una enmienda parcial a la política educativa desarrollada en los últimos 30 años, o a la despolitización de los medios de comunicación públicos en Cataluña, que constituyen dos de las patas fundamentales en la proyección del independentismo.

El PSC no ha hecho sino poner de nuevo en circulación el concepto de nación tal y como aparece en el preámbulo del Estatut, con su ausencia de eficacia jurídica y en cualquier caso referenciado a la Constitución, y así trata de recuperar voto catalanista mientras los capitanes del área metropolitana han resurgido de sus cenizas y pretenden recuperar los votos que se fueron a Ciudadanos en las pasadas elecciones autonómicas.

El PSC ha repetido lo que mantiene tradicionalmente, desde hace cuarenta años sobre la nación catalana, aunque a veces los calendarios juegan a la contra y lejos de favorecer el debate contribuyen a enturbiar el ambiente.

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