El año de Moreno

Javier M. Faya (SPC)
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Ni los mejores sondeos situaban al popular hace 12 meses en San Telmo, pero la debacle del PSOE acabó con casi cuatro décadas de hegemonía socialista y con el barcelonés al frente

El año de Moreno

El próximo lunes se cumple un año de la pérdida del último bastión socialista en España. Y es que el del 2 de diciembre de 2018, fecha de los últimos comicios en Andalucía, ganó el PSOE, como era de esperar, pero se quedó en 33 escaños, insuficientes ante la suma de PP (26), Ciudadanos (21) y Vox (12). El Partido Popular no solo había salvado los muebles -se hablaba de derrumbe con sorpasso incluido de Ciudadanos, que se quedó a tan solo 90.000 votos-, sino que iba a lograr conquistar la Junta, algo impensable en la derecha española. 
Pero las sorpresas no se quedaron ahí. Faltaba la traca final, la irrupción por la puerta grande de un partido político que llevaba más de un lustro deambulando por distintas citas electorales con más pena que gloria. Vox se cargó todos los pronósticos, que le otorgaban dos o tres diputados. Al final consiguió la friolera de 12, claves para que la comunidad sureña pusiera fin a 37 años ininterrumpidos en el poder de los socialistas.
No fue nada fácil la negociación, ya que los populares, después de sellar un pacto de Gobierno con Ciudadanos, tuvo que dialogar -y firmar un acuerdo de 37 puntos- con la formación de Santiago Abascal, que no pudo entrar en el Ejecutivo autonómico por el no tajante de los naranjas y solo pudo participar en la investidura de Juanma Moreno.
La figura de este sorayista parece sacada de una novela. Recomendado por la exvicepresidenta del Gobierno, empezó a liderar el PP andaluz en marzo de 2014, siendo un absoluto desconocido. La formación estaba completamente rota tras la marcha de Javier Arenas y la sustitución temporal por parte de Juan Ignacio Zoido. 
Díaz fue muy astuta y convocó un año después elecciones al ver con el pie cambiado a populares y comunistas, con un Antonio Maíllo que acababa de aterrizar en IU y una Teresa Rodríguez que empezaba a crecer peligrosamente. La jugada le salió bien y el barcelonés se dejó 17 diputados y su liderazgo más que cuestionado. 
Contaba el número uno de Ciudadanos en la región, Juan Marín, muy amigo del conservador, que este le había confesado que estaba echando currículums porque daba por hecho que su partido, que encima estaba comandado desde julio por Pablo Casado, le iba a hacer dimitir ante una más que previsible noche negra. También se sabe que el exministro y exalcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido, de la órbita de Cospedal, se estaba relamiendo en un hotel de Toledo mientras veía por la televisión los resultados de los comicios. Pero debió de atragantársele la cena, ya que Moreno se vio, en cuestión de horas, de ilustre parado a presidente de la Junta de Andalucía. 
Cuesta entender cómo se produjo el vuelco en las urnas. No funcionó el siempre rentable para los socialistas voto del miedo y el que viene la derecha, que viene la derecha. Todos daban por hecho que Díaz revalidaría mandato y que Vox entraría tímidamente en la Cámara. Quizá por eso se explique la altísima abstención, que resultó fatal para la sevillana.  


Un balance positivo

«En este año se ha demostrado que ni ha venido el lobo como decía la izquierda ni se iba a acabar el paro; no ha habido un cambio radical», comenta una veterana periodista andaluza, que reconoce que el desempleo ha bajado un poco gracias sobre todo al turismo nacional, que se benefició de la crisis catalana. La tranquilidad parece la nota dominante durante este tiempo. «Es que no hay oposición ninguna. Susana Díaz, máximo exponente del clientelismo político, sigue en estado de shock y los ERE han sido el remate, se ha quedado totalmente muda». 

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