Casado en su laberinto

Fernando Lussón
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El Partido Popular va a iniciar una ofensiva contra la posibilidad de que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, pueda ser investido presidente del Gobierno con la abstención de ERC, en todos los frentes, político, parlamentario, judicial y electoral para poner el mayor número de trabas y tratar de que se evidencien el mayor número de contradicciones entre los propios socialistas y sus apoyos externos por el pacto que incluye también la presencia de Unidas Podemos en el futuro Gobierno.

El secretario general de los populares, Teodoro García Egea, tras hacer el anuncio de sus medidas para evitar el apocalipsis para la Nación que prevén no supo, no quiso o no pudo resolver la contradicción en la que está inmerso el PP. Tras anunciar que el Gobierno Frankenstein que intenta armar Pedro Sánchez, tiene alternativas ni tan siquiera fue capaz de señalar cuáles son esas posibilidades, porque sin solución de continuidad desmarcó al PP de la posibilidad de entrar en cualquier ecuación que les incluyera a ellos, porque son la alternativa.

Los populares saben que solo su abstención patriótica haría innecesario cualquier otro intento de pacto y podrían haber exigido un Gobierno en minoría de Sánchez. Pero desde la misma noche electoral el propio García Egea dijo que con el PSOE no habría ninguna posibilidad de acuerdo y el propio presidente del Gobierno en funciones cercenó esa vía al anuncia el acuerdo con Pablo iglesias.

A Pablo Casado le han faltado reflejos y le han sobrado los intereses partidistas después de mostrarse tan preocupado por la deriva que puede llevar la nación con un Gobierno condicionado por tantas partes. Suele afirmarse que la iniciativa para la formación del Gobierno corresponde al candidato a la investidura y Sánchez ya eligió. El presidente del PP, sin embargo, podría haber realizado algún movimiento que pusiera en un brete a Pedro Sánchez, o le hubiera obligado a repensarse el pacto con Pablo Iglesias. Casado sabe, porque lo vivió n primera línea en la legislatura en la que Rajoy perdió la mayoría absoluta, que quién tiene el Gobierno guarda mecanismos y capacidad de maniobra suficiente como para sacar adelante buena parte de sus proyectos, desde luego los que tiene un mayor peso social, mientras que la oposición ve fracasar sus intentos de controlar al Ejecutivo o que se aprueben sus iniciativas.

A Casado ahora le queda la campaña de imagen, vuele a colocar la resolución del expediente catalán en los tribunales e instituciones electorales, que tiene sus procedimientos, mientras que hace apelaciones a los socialistas de bien para que se opongan al pacto con los independentistas, dando por hecho que todos los votantes populares mantienen la misma posición de la dirección del PP, recalcitrante a la abstención patriótica que también algunos de sus barones han barajado como posible.

Además, los populares ni tan siquiera han entablado conversaciones con los partidos regionalistas que están a favor de la investidura de Sánchez para convencerlos de que no lo hagan, quizá porque sabían que no tenían alternativa que presentar, o que las relaciones con esos partidos tampoco sean fáciles. Y debe dejar de mirar tanto los vientos que le soplan desde la derecha, a Vox, al que parece tener más que a Ciudadanos.

 

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