La obra más cara de ARCO

Javier D. Bazaga (SPC)
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Renfe lleva a la Feria Internacional de Arte Contemporáneo el graffiti de una puerta de tren convertido en una pieza de museo con el que quiere concienciar a la ciudadanía del coste de limpiar y mantener el transporte público

Quince millones de euros. Es el precio de mantener los vagones de los trenes de Renfe limpios y en buen estado. La compañía estatal de ferrocarriles ha llevado hasta la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) de Madrid, el grafitti de una puerta cualquiera de esos vagones, en un intento de concienciar a la ciudadanía del coste de este tipo de acciones.

“Esta obra ha costado 15 millones de euros, y la hemos pagado entre todos” clama el lema de esta campaña que según el presidente de la compañía, Isaías Táboas, quiere “provocar” en la feria referente del arte transgresor.

 

Las características de la obra son “una puerta de tren de cercanías”, realizada en 2018, por “autor desconocido” por medio de “aerosol sobre medio público”. El presidente de Renfe no condenó este tipo de arte, pero consideró que estas creaciones artísticas tengan como soporte el transporte público que costeamos todos los ciudadanos.

“El arte tiene su espacio, y no es el transporte público” reivindicó Táboas precisamente durante la presentación de esta obra en ARCO el día de su apertura de puertas, aunque la inauguración oficial tendrá lugar hoy por parte de los reyes. El presidente de la compañía apuntó que, además de los 15 millones que se destinan a la limpieza del material, se invierten alrededor de otros 10 millones solo en vigilancia, precisamente para intentar evitar este tipo de actos.

“El grafiti es un lujo que no nos podemos permitir” reza otra de las frases que se pueden leer junto a esta obra en la que el dirigente, además, quiso poner el acento porque este tipo de actos vandálicos, que Renfe llegó a registrar en torno a 4.000 solo el año pasado, inciden también en la calidad del servicio del transporte público e incluso en la seguridad de los viajeros.

“La obra más cara” es como han bautizado a esta puerta para sensibilizar del daño que ocasionan los grafittis en los elementos de uso público y que, al final, pagamos todos.