"Me siento cómodo en el ámbito de la poesía visual"

R.L.C.
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Es frecuente que le llamen de cualquier lugar de España para decirle que ha ganado un premio, su familia está acostumbrada, el último, el Tomás Camarillo 2018 de la Diputación de Guadalajara

"Me siento cómodo en el ámbito de la poesía visual" - Foto: Reyes Martínez

El fotógrafo conquense José Ramón Luna de la Ossa (Tarancón, 1974) ha recibido más de 600 reconocimientos nacionales e internacionales. Su estilo propio, con el que disfruta y hace disfrutar, está en continua actualización en un sector que cambia a ritmo de vértigo.

¿Cómo recuerda sus comienzos?

Con muchísimo cariño. Mi padre era aficionado a la fotografía, mi abuelo también, y siempre me había fijado en un pequeño cuarto oscuro que tenía, pero que por motivos de trabajo estaba como trastero, abandonado. Siempre le decía me tienes que enseñar, pero no lo conseguí hasta mi adolescencia, quizá eso me hizo tomármelo más en serio. Cuando hicimos la primera foto, para mí fue magia, no me lo podía creer. A partir de ahí sacamos los trastos del laboratorio y ya me dieron rienda suelta.

Leía libros, internet no estaba tan desarrollado, pero llegó un momento que como autodidacta no podía crecer más y comencé a formarme como fotógrafo profesional, mientras trabajaba con mi padre, era técnico superior en automoción. No me gustaba pero me permitía ir a Madrid a estudiar fotografía, me formé con fotógrafos de primer nivel, lo que me dio libertad para crecer y tomármelo en serio, aunque nunca pensé que me dedicaría a ello.

¿Cuándo fue consciente?

Hacia 1998 o1999, me decidí por la fotografía, ya que también pintaba, a raíz del maletín de óleo que me regaló mi madre... Me marqué la meta de llegar a ser fotógrafo profesional, que sea mi medio de vida. Lo consigo mucho antes, pero no es hasta el año 2013, en plena crisis, cuando creo mi propia empresa de servicios fotográficos, Monocular, tenía que hacerlo era el momento o nunca. 

No me esperaba que me fuera a ir como me va, hay que trabajar muchísimo, imagino que como en todos los oficios, pero la verdad es que estoy muy contento, creo que la vida me ha ido llevando al sueño que tenía y que tampoco me había dado cuenta realmente. El tema artístico es muy duro, hay palos muy fuertes, pero siempre estaba la cal y la arena. 

¿Qué hay detrás de una foto suya?

Utilizo la fotografía como un medio de expresión, intento que haya un mensaje, un sentimiento, que levante emociones, que la veas y transmita algo. Para conseguir  eso hay mucho esfuerzo detrás. Creo que la cámara fotográfica tiene que ser una prolongación de tu propia mano, para ello tienes que formarte mucho, mucho, el saber que tienes una idea y que con unos movimientos de dedo a los mandos de la cámara puedes hacerlo es primordial, pero luego viene todo lo emocional.

¿Por dónde le llega la inspiración?

Yo utilizo sobre todo la empatía, en el ámbito del reportaje social intento no defraudar, transmitir la confianza que las personas me dan al contratarme para momentos tan importantes de su vida. Si ellos están felices yo estoy feliz, para que las fotografías capten sus ilusiones. Luego el estilo propio, que se crea, no se aprende, para un artista es muy importante, que reconozcan tu trabajo sin ver la firma, detrás de esa esencia hay mucho esfuerzo. 

¿Cuánto tarda en sacar una foto?

Tiene mucho que ver con el momento emocional que vives. El esfuerzo es máximo, no hay que parar nunca de aprender, de crecer internamente y en el sentido técnico. La fotografía está ahora mismo evolucionando rapidísimamente, es un tren que pasa a alta velocidad y no puedes bajarte porque lo pierdes, todo eso hace un conjunto. Al final te sientas delante del ordenador o detrás de la cámara y va a salir una cosa sobre una idea inicial o una sensación de algo que quieres transmitir, a veces no sabes qué, pero cuando lo consigues es una satisfacción enorme.

¿Qué realidades prefiere plasmar?

Me siento muy cómodo en el ámbito de la poesía visual. Ahora mismo estamos en una época en la que nos bombardean con millones de imágenes diariamente, un primer impacto visual es muy importante, detener al espectador. Y luego que despierte cualquiera de sus emociones, que le diga algo. En ese diálogo poético es donde a mi me gusta moverme, en lo artístico y personal, y es donde más disfruto y me relajo.

¿Qué papel ha jugado Tarancón en su trayectoria profesional?

Tarancón para mí es fundamental, de hecho he seguido ganando premios a nivel nacional e internacional, y del 90 por ciento de esos reconocimientos las imágenes están realizadas aquí. El perderte por la vega, los pinares, todo eso... Muchas veces lo saco un poco de contexto y no se reconoce, pero forma parte indispensable. Por falta de tiempo no puedo viajar todo lo que quisiera, en cierto modo lo he suplido con conocer en profundidad mi entorno, he aprendido a sacarle más partido. 

¿Y los concursos?

El primer premio fue el Concurso de Carteles de la Semana Santa de Tarancón, en 1998, mis padres me animaron a presentarme, luego en Campo de Criptana un segundo premio nacional de la misma temática. Fue como otro impulso importante, te da mucha energía, mucha fuerza.

Ahora me presento a menos por el tema laboral, y no los valoro por el número, los utilizo como crítica. Que te valoren personas relacionadas con la fotografía y el arte, te hace poner los pies en el suelo, ver cosas que sino dentro de tu trabajo quizás te llevarían al camino equivocado. Me viene muy bien para seguir creciendo. El prestigio del jurado, siempre lo he dicho, es lo que prestigia el premio. Que Chema Madoz o Cristina García Rodero estén en el jurado de concursos como el certamen internacional de fotografía de la Fundación Asisa, que he ganado en cinco ocasiones, es muy importante.

¿Las redes sociales le ayudan a diferenciarse entre tanta oferta?

Es una parte primordial. Yo soy una empresa pequeñita que se mueve por el boca a boca, y eso sumado a las redes sociales es una parte fundamental del crecimiento que estoy experimentando. En reportaje social, sobre todo bodas, hemos crecido muchísimo, empezando el 2019 ya tenemos llena la mitad de la agenda de 2020, lo que te da una seguridad de futuro que está muy bien. Ese brillo que veo en las parejas a mi también me llega a emocionar, lo disfruto y me gusta mucho, luego también hago fotografía más creativa para empresas, sobre todo relativas al vino o lo gastronómico.

¿Cómo valora el crecimiento cultural de Tarancón? ¿Y las recientes iniciativas culturales de prestigio internacional en Cuenca capital?

La cultura en Tarancón ha crecido mucho a nivel popular, se ha generalizado, y ahora mismo es raro quien no haga fotografía, pinte o realice alguna actividad musical. La popularización de la cultura es muy importante para una localidad, para un pueblo, pero también es necesario salir fuera, ver y darse a conocer, es fundamental. Las exposiciones de índole internacional en Cuenca enriquecen la cultura de una ciudad, pero también hacen que la gente venga a conocerla, y al final todo eso va a repercutiendo en el crecimiento cultural de toda nuestra provincia.

¿Se siente profeta en su tierra?

La verdad es que sí, sobre todo, en este momento, a nivel particular, a nivel popular, me siento muy querido y muy valorado, que piensen en tu trabajo como algo que necesitan para su vida, al final es lo importante, lo demás todo pasa.

Acaba de empezar prácticamente el año, ¿qué retos tiene para 2019?

Intento estar un poco aislado, sí miro referentes importantes para mí, como Bernard Plossu, en una primera época me gustaba mucho Chema Madoz, para seguir creciendo. Seguir trabajando con la misma ilusión sobre todo, tengo ya proyectos como el de la Fundación Asisa que va a estar un año por todos los hospitales de capital de provincia... Si la vida me ha enseñado algo es a no mirar tampoco más allá de lo que tengo sobre la mesa ahora mismo.