Juanra Fernández bucea en la figura de Caracalla

Rafa Riesco /Efe
-

El autor conquense que construye un relato ficticio en torno a la vida de este emperador en la novela 'Caracalla y yo', que acaba de llegar a las librerías

Juanra Fernández - Foto: Efe

Caracalla ha pasado a la historia como uno de los "emperadores malditos" de Roma, en parte porque fue "el más difamado" de su dinastía, según el escritor Juanra Fernández, que ha dedicado su cuarta novela a este personaje poco conocido, que tuvo grandes logros como estadista y militar. En una entrevista con Efe, Fernández (Cuenca 1970) desvela las líneas argumentales de su novela Caracalla y yo, que acaba de llegar a las librerías, en la que construye un relato ficticio en torno a la vida de este emperador bastante desconocido, ya que fundamentalmente ha trascendido por dar nombre a unas famosas termas de Roma. Y también es recordado por el edicto que promulgó en el año 212, conocido como el Edicto de Caracalla (en latín, constitutio Antoniniana), de gran trascendencia, dado que extendió la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio. Fernández explica que su interés por Caracalla nació cuando en un viaje a Italia vio un conocido busto de este emperador, cuyo verdadero nombre era Marco Aurelio Antonino Basiano (su apodo deriva de una capa que le regalaron los soldados en las campañas de Germania), en el que aparece de lado frunciendo el ceño, una característica que lo sitúa como "uno de los retratos más llamativos del mundo antiguo". A raíz de ese retrato le cautivó el personaje y se dijo que iba a indagar en su historia, ya que hay muy poca documentación sobre él, apunta el autor, que comenta que en principio encontró básicamente escritos no coetáneos a este emperador, en los que se le vilipendiaba "brutalmente" y se le atacaba "por todos los lados". Por ejemplo, se le acusaba de tener una relación incestuosa con su madre, Julia Domna, como habían difundido algunos historiadores "para tergiversar la historia y oscurecer aún más la figura del que definían como tirano". Pero después Fernández encontró escritos del siglo IV recopilados en la Historia Augusta, que son los más antiguos que hay sobre Caracalla, en los que se indica que no era hijo de Julia Domna, sino de Marciana, la primera mujer que tuvo su padre: el también emperador Septimio Severo. Fue un personaje contradictorio, que pasó de ser una persona que odiaba la sangre -hasta el punto de que no podía ir a los espectáculos circenses-, al uso profuso de la violencia tras matar a su hermano Geta, con el que compartió el poder durante un tiempo, hecho que el novelista atribuye a un accidente. A partir del fratricidio, su carácter cambió totalmente y se convirtió "en el que fue probablemente el mayor genocida que hubo en el imperio romano", aventura Fernández. Uno de los episodios más famosos y cruentos es el que tuvo lugar en Alejandría, una ciudad muy hostil con él, donde asesinó a todos los jóvenes, a los que engañó prometiéndoles incorporarlos a su ejército. Esta cara violenta lo convirtió en "uno de los emperadores malditos de Roma", apunta Fernández, a pesar de sus aciertos como estadista, como con el edicto de extensión de la ciudadanía que permitió cobrar más impuestos y engrosar las arcas imperiales o la reducción del tamaño y la cantidad de plata en los denarios, que pasaron a llamarse antoninianos. Y también fue destacable su faceta militar, ya que fue el único emperador que consiguió derrotar, en cierto modo, a los partos, aunque fue una victoria efímera porque murió pocas semanas después en la antigua ciudad de Edesa (la actual Turquía), asesinado por Macrino, uno de sus soldados de confianza, que lo sucedió como emperador.