Botero desembarca en Madrid

Javier D. Bazaga (SPC)
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El «universo de volumen» del artista colombiano llega a la capital en una muestra de 67 obras que recoge la sensibilidad del autor por la pintura y su pasión por la redondez de las figuras

Los cuadros de Botero no son un inventario sobre la gordura, sino un producto de su admiración por la belleza. - Foto: JUAN LAZARO

Fernando Botero (Colombia, 1932) mostró una tendencia a la voluptuosidad de las formas de la que empezó a dejar constancia a los 17 años. Lo hizo en una de sus primeras acuarelas, Mujer llorando, con un estilo que perfeccionaría con el paso de los años. Pero a pesar de esas formas tan características, el maestro siempre ha dicho que «yo no he pintado una mujer gorda en mi vida».

Su hija, Lina Botero, defiende esta visión y añade que su interés radica en la «pura fascinación por el volumen», muy alejado del debate sobre la delgadez o gordura que pueda despertar su obra. No es más que «la sensualidad y la belleza del arte a través de la exaltación de esos volúmenes» que, como recuerda, apareció casi «de manera intuitiva» en aquella acuarela hace ya más de 70 años. Sin embargo, Lina añade que la eclosión de ese estilo llegó a sus 20 años ya en Europa, tras su encuentro con los artistas del Quatroccento, momento en el que tuvo que «racionalizar» ese interés para crear «la estructura intelectual y el conocimiento teórico» que le ha permitido forjar el boterismo. Un estilo que explica «una manera personal y única de expresarse», que contagia todo lo que crea y que deriva en un «universo de volumen».

El espacio CentroCentro, ubicado en el Ayuntamiento de Madrid, acoge hasta el próximo 7 de febrero de 2021 la exposición Botero. 60 años de pintura. Un recorrido por la extensa obra pictórica del maestro de los últimos 60 años, a través de 67 cuadros de gran formato que se agrupan en siete secciones. Conjuntos que se corresponden con los temas más característicos que han marcado su trabajo: América Latina, Versiones, Naturaleza muerta, Religión, La Corrida, Circo, así como a su obra más reciente e inédita de Acuarela sobre lienzo.

 

Color y volumen

La exposición está comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz que, junto a Lina Botero, han conseguido crear esa conversación con el espectador a través de «un lenguaje de volúmenes monumentales y vibrante color». Para Carrillo, fue la estancia de Botero en Europa la que forjó esa personalidad pictórica «como hombre de su tiempo» que fue, porque «conoció su pintura, pero sobre todo se conoció a sí mismo».

Un lenguaje que se percibe nada más entrar en la sala, con la fuerza que de la mujer en El Baño. Un estilo que va desde la Bailarina en la barra hasta un perturbador Ecce Homo de 1967, pasando por los bodegones o la tauromaquia, donde estuvo a punto de introducirse, aunque prefirió extraer su plasticidad y dinamismo para sus obras.