"Mi colección empieza con obras regaladas por mis amigos"

J. Monreal
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El editor y coleccionista ha sido nombrado Hijo Adoptivo de Cuenca

"Mi colección empieza con obras regaladas por mis amigos" - Foto: Reyes MartÁ­nez

El Ayuntamiento de Cuenca en sesión plenaria celebrada el miércoles 16 de octubre, acordó por unanimidad otorgar el nombramiento de Hijo Predilecto de la ciudad al editor y coleccionista de arte Antonio Pérez Pérez.

Afincado en Cuenca desde 1975, Antonio Pérez goza del reconocimiento popular «y del cariño de miles de conquenses que me saludan por la calle y me felicitan», dice el carismático y polifacético coleccionista, quien recaló por primera vez en la ciudad, «con motivo de un viaje que hice recorriendo diversos ríos de España, y al llegar a Cuenca decidí visitar a dos pintores, Saura y Millares, que por aquel entonces tenían residencia temporal en el casco antiguo. Pasé un par de días en casa de Antonio y allí fue donde se inició una amistad que duró hasta su desaparición», señala Antonio.

La vida y obra de este peculiar enconquensado ha transcurrido siempre por los caminos del arte y los artistas. Amigo de grandes pintores y escritores, Pérez supo hacerse un hueco en el mundo editorial, «comenzado en París con la puesta en marcha de El ruedo ibérico, editorial emblemática en la que aparecieron obras de autores prohibidos en una España atrapada en la dictadura y anclada en el pasado».

¿Cómo y cuándo recala definitivamente en Cuenca?

Tras la muerte de Franco, de la que tanto se vuelve a hablar ahora, decidí que era el momento de volver. Lo hice convencido de que se aproximaba una época de cambios y el resurgir de un nuevo país. Fue ilusionante aquella etapa, en la que todo resultaba atractivo porque se avecinaban tiempos nuevos de libertad. Me apetecía volver, y digo claramente que no fui un exiliado, sino alguien que decidió marcharse porque no comulgaba con las ideas de la España de aquellos años tan duros. Nunca he sido un hombre demasiado político, porque me dedicaba más a la faceta cultural que a la militancia política.

¿París fue el punto clave para su entrada en el mundo del arte?

Así fue, porque en París conocí a muchos de los grandes artistas, tanto españoles como extranjeros, así como a escritores de la talla de Simone de Beauvoire o Sartre. Después de mi etapa en El ruedo ibérico, trabajé en la famosa librería La joie de lire, regentada por Masperó, lugar donde se gestó el famoso movimiento del Mayo Francés.

¿Cuándo surge en usted el afán de coleccionar?

Siempre he dicho que mi primera fundación estuvo en los bolsillos de mis pantalones, porque cualquier objeto que me llamaba la atención lo guardaba para observarlo con detenimiento. La colección de obras de arte, ya de forma seria, empezó con pinturas que me regalaban mis amigos los pintores que en aquellos momentos ya empezaban a ser conocidos y valorados en el mundillo del arte y las vanguardias. Yo iniciaba mi colección y a la vez promocionaba a estos artistas emergentes y otros que ya figuraban en lo más alto del panorama artístico, como es el caso de Antonio Tapies, Manuel Millares, Pagola o el propio Saura quien, a pesar de su juventud, ya aparecía en los libros de historia del arte.

Coleccionar es su obsesión pero ¿Cuándo empieza a enseñarnos a mirar los objetos de otra manera?

Esa forma de ver las cosas desde otra perspectiva empieza en mi juventud y casi de manera ‘profesional’, porque ya entonces cambiaba objetos míos por obras de otros artistas amigos. Pienso, en muchas ocasiones que era una manera de engañarlos. Ellos lo sabían y se dejaban, con lo cual ambos quedábamos satisfechos con el cambio.

La puesta en marcha de la Fundación que lleva su nombre, marca un punto de inflexión en su vida?

Fue un cambio en mi vida y en la vida cultural de la ciudad. La idea de poner en marcha la fundación fue obra de Jesús Carrascosa y de la entonces presidenta de la Diputación, Marina Moya, quienes me animaron a hacer realidad aquel proyecto, para el que contamos con el lugar adecuado y los apoyos necesarios. Así surgió todo lo que hoy, veinte años después, podemos contemplar en el antiguo convento de las Carmelitas Descalzas, sede de la Fundación Antonio Pérez que en breve verá aumentada la colección en otros espacios del inmueble que hemos habilitado, con el fin de ir ampliando con más objetos, a parte de obra gráfica. A la sede principal de la fundación que presido, hay que unir las colecciones que se instalaron en la provincia, como son la de San Clemente y Huete.

¿Pensó que la Fundación Antonio Pérez iba a convertirse en lo que es actualmente?

Esa era la intención cuando la pusimos en marcha. Lo que sí me sorprende cada día es que la gente me reconoce y me felicita, tras haber visitado las salas . Muchos de ellos me comentan sus sensaciones y cómo ha cambiado su forma de ver el arte y los objetos que allí se exponen. Siento una gran satisfacción al oír el comentario de lo que ha visto en las salas, y más aún al comprobar que han llegado a comprender que el arte no hay que entenderlo sino que hay que degustarlo, saborearlo sin pensar si lo entiendes o no, cosa que es muy frecuente escuchar cuando acudes a alguna galería o exposición y percibes los comentarios de la gente. El arte, para poder disfrutarlo, lo primero que hay que tener es cultura, empezando por conocer Altamira, el Prado y los grandes museos, para llegar a la época moderna, a la actualidad. El arte, en términos generales, no se limita a lo que hay ahora, es lo que ha habido, y lo que está por llegar. Lo que debe provocar el arte es curiosidad, perspectiva y, cuando se tiene la suficiente preparación, mirada crítica entiendes que en arte no todo vale. Cuanto más cultura tengas, más te gustará el arte; cuanto más sepas de pintura mejor observarás los cuadros. Decir que te gusta o no te gusta, que lo entiendes o no, es simplemente una frivolidad en la que mucha gente suele caer al acercarse a ver una muestra artística, bien de pintura, escultura o en el caso de la Fundación, unas salas dedicadas exclusivamente a los objetos encontrados. Objetos que una vez colocados en el lugar preciso, adquieren una dimensión diferente y es el propio espectador quien les otorga esa categoría.

¿Cada vez que observa las rocas de Cuenca piensa que la naturaleza es la gran inspiradora?

En Cuenca el arte fluye por todas partes y el paisaje es la inspiración. Sólo hay que ver los grises de las rocas de las hoces para pensar inmediatamente en una obra de Tapies. El paisaje en esta ciudad es único y muchas veces pienso que la gran competencia con las salas de arte es la naturaleza, el entorno inigualable que nos rodea.

¿Cómo es el día a día de Antonio Pérez en Cuenca?

Procuro madrugar, aunque no excesivamente. Lo primero que hago es bajar a comprar la prensa, a tomar un café y sentir la tranquilidad que se percibe a primeras horas en la Plaza Mayor. A media mañana suelo leer un rato, ordenar algunas cosas que van quedando pendiente y espero la hora de comer. Tras la comida vuelvo a casa, retomo la lectura y en algunas ocasiones me paso por la Fundación, que siempre es agradable pasear por las salas y charlar con los visitantes.

¿No resulta paradójico que un hombre tan bohemio sea a la vez tan ordenado y metódico?

Ordenado y metódico lo soy, pero en absoluto me considero bohemio. Cierto es que he vivido años de bohemia, más que por ser, por necesidad. Nunca he tenido dinero y he aprovechado cualquier trabajo que surgía para sobrevivir. Soy ordenado porque el juego de la vida se compone de orden y caos. Cuando logras el equilibrio alcanzas en su totalidad lo que los humanos llamamos felicidad.

¿De todas las colecciones que ha hecho en su vida, de cuál se siente mas satisfecho?

Sin duda alguna, la colección que más satisfacciones me ha proporcionado es la de hacer amigos. Puedo presumir de que mi cuenta corriente está llena de ellos. Ese es el mayor patrimonio que uno puede tener. La prueba es bien palpable estos días, tras el nombramiento de Hijo Adoptivo de Cuenca. No hay mejor colección que la de saber que la gente te aprecia.

¿De todas sus actividades a lo largo de su vida, cuál es la que más satisfacciones le ha dado?

A parte de los grandes amigos pintores y de sus obras, me quedo con mi mundo de los objetos que siempre están relacionados con el arte. Esa es la parcela en la que más a gusto y más feliz me he encontrado a lo largo de toda mi vida.

¿Sigue aferrado a la idea de que el más allá es el vacío, la nada?

Sigo y me reafirmo. Ya es demasiado tarde para volver a cambiar de opinión al respecto a la trascendencia. Nunca he creído en el más allá, aunque de niño si tuve ciertas creencias, hice la comunión y todo eso que se hace cuando aún no eres consciente del todo que conlleva la vida. Siempre he pensado en que somos tantísimos en el mundo, que si nos llevan a todos allá arriba, corremos el peligro de que no haya sitio para todos y algunos caigamos de golpe.

¿Espera algún premio más?

No los espero. Estoy contento, pero no creo que vaya a recibir ya más homenajes. Lo que deseo es seguir acudiendo cada día a uno de mis rincones favoritos, a Jovi, donde siempre encuentro amigos con los que charlar, disfrutar y poder seguir viviendo como hasta ahora, en paz conmigo y con los demás.