La nueva vida de 'Aguamiel'

Leo Cortijo
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El toro de José Vázquez indultado el pasado San Julián ya está recuperado y empieza a padrear a mediados de mes

La tarde del pasado 20 de agosto cambió por completo la vida de Aguamiel. En un giro de los acontecimientos de 180 grados, el toro de la ganadería de José Vázquez destinado a ser estoqueado por El Juli, se ganó el perdón tras una faena marca de la casa del diestro madrileño que entre otras cosas, por ejemplo, le valió el galardón de triunfador de San Julián que otorga la Peña Taurina Conquense. Ahora el pupilo de la vacada madrileña descansa junto a sus hermanos en la finca de El Tomillar, en el término municipal de Colmenar Viejo.

«Se encuentra en el campo como si fuera un animal más de la explotación, no tiene ningún cuidado especial ni fuera de lo normal», comenta José Vázquez a La Tribuna, y es que Aguamiel «se ha curado de forma muy rápida y por completo». En este sentido, fue importante el hecho de que el puyazo cayera «muy centrado, en todo lo alto», lo que no ocasionó tantos problemas en la curación como suele ser habitual.

El ganadero recuerda los primeros días de Aguamiel en su regreso a la finca: «Fue muy fácil, estuvo muy vivo, comiendo y bebiendo desde el primer momento». Eso no solo facilitó mucho la tarea, sino que además fue un indicador de que el animal «no sufría fiebre y de que la recuperación iba a ser buena». Todo lo contrario que Escarcha, el anterior toro del hierro indultado en Cuenca, al que le costó «muchísimo» recuperarse. José Vázquez apunta que a diferencia de Aguamiel, que ya lleva un mes curado y que podían haber echado a las vacas a finales de septiembre, Escarcha «todavía estaba recuperándose por estas fechas» tras haber sido indultado en agosto.

Ahora llega el gran momento de Aguamiel y el fin para el que fue indultado: padrear. A mediados o finales de este mes, como muy tarde, «le echaremos un lote de 25 o 30 vacas jóvenes y bastante variado de reatas y familias», destaca su criador. Un lote, por cierto, con el que ya estuvo Carcelero y después Fusilero, indultados en Cuenca e Illescas, respectivamente. «Esperamos que dé un buen resultado porque ese número de vacas es lo ideal para probarle», apunta el ganadero, que recuerda que a Escarcha se le echó un lote de 40 vacas. El deseo final es que los hijos de Aguamiel compartan con su padre la cualidad que más puso en escena en la plaza y que su criador valora de forma muy positiva: «El ritmo y el son a la hora de embestir».

Aguamiel estará padreando en torno a un año para luego dejarle descansar. Será entonces cuando habrá que ver el resultado que dan sus productos, tanto en las tientas de las hembras como en la lidia de algún eral o algún novillo, que son dos termómetros «ideales». Este hierro madrileño apuesta por una selección basada fundamentalmente en la descendencia. Es decir, «le damos más importancia a lo que el toro produce directamente que a lo que pudiera hacer en su lidia, que es importante pero no determinante», resalta José Vázquez. Lo que está claro, sentencia al respecto, es que «esto no es dos más dos son cuatro... porque si fuera así de sencillo todo el mundo sería ganadero de bravo».