El autor material de la matanza en Christchurch, Nueva Zelanda, Brenton Tarrant se define a sí mismo en un texto difundido en las redes sociales locales como un joven «australiano» de 28 años, «blanco», una condición en la que incide orgulloso, y con un ideario radical y xenófobo. 

El presunto homicida declara en un manifiesto de 74 páginas que habría colgado en una página web que buscaba «venganza» contra los que definió como «invasores» e indica que comenzó a planear el atentado hace dos años, tras «inspirarse» durante un recorrido por Europa, donde visitó España. En su viaje define al Viejo continente como «invadido» por los inmigrantes.

El joven admite sin complejos que se trata de una acción «terrorista». «Por definición lo es», apunta, pero prefiere otorgarle la misma envoltura ideológica que usaban los militantes del «califato» para sus desvaríos: «yo lo considero una acción guerrillera contra una fuerza de ocupación».

El atacante llegó a anunciar la retransmisión en vivo de la matanza, que grabó con una cámara colocada sobre el casco.