700 días para un cambio

Agencias-SPC
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La llegada de Maradona al Barça en 1982 le abrió las puertas del fútbol europeo, pero también de la droga

700 días para un cambio

La estancia de Diego Armando Maradona en Barcelona, donde permaneció 700 días, le marcó para siempre, porque dio sus primeros pasos en el fútbol europeo, pero también en el mundo de la droga como él mismo reconoció mucho tiempo después.

El ‘Pelusa’ llegó a la Ciudad Condal el 4 de junio de 1982, en una operación en la que el club azulgrana invirtió tiempo y mucho dinero. Dos figuras resultaron clave en la operación, el fallecido vicepresidente culé Nicolau Casaus, y el representante futbolístico Josep Maria Minguella.

Recuerda Minguella que la primera vez que vio al jugador fue en 1977 y por casualidad, cuando asistía a un partido de Argentinos Juniors para seguir a un extremo que pretendía el Burgos. «Fue el primer fichaje grande en el que intervine y para conseguirlo hice más viajes que Aerolíneas Argentinas», rememora. Inicialmente, Argentinos Juniors, poseedor de la licencia del jugador, pidió 100.000 dólares por su traspaso en 1978, que se convirtieron en seis millones de euros cinco años más tarde.

La operación se había cerrado tiempo atrás (1981), pero la vetó un representante de la dictadura argentina, el almirante Carlos Alberto Lacoste. «Me dijo que la patria lo necesitaba para el Mundial (de 1978)», afirma Minguella. El Barça pagó aquella cantidad en una época en la que un coche valía 600 euros, que el salario base era de 154 euros y que un café costaba 12 céntimos de euro.

Sin embargo, el conjunto culé amortizó la ‘operación Maradona’ prácticamente antes de que el jugador comenzara a jugar. En el vestuario llamó la atención su enorme técnica individual, cómo era capaz de dar más de 200 toques a unas medias de fútbol enredadas o a un limón, y también que el Camp Nou se llenaba media hora antes de los partidos solo para ver sus malabarismos en el calentamiento.

Una hepatitis en su primer año, que en realidad pudo tratarse de una enfermedad venérea, y una grave lesión en el segundo cortaron la progresión de Maradona en Barcelona, equipo con el que jugó 58 partidos y marcó 38 goles. En esos dos años, consiguió una Copa del Rey, una Copa de la Liga y una Supercopa de España.

La tangana tras la final de Copa del Rey en 1984 ante el Athletic, con un ambiente enrarecido, porque se medía el Barça de Maradona con el equipo en el que jugaba Goikoetxea, el jugador que lo había lesionado meses atrás, fue su último partido como azulgrana.

Minguella recuerda que el ‘Pelusa’ no quería irse del bloque catalán ni de Barcelona, pero que se tuvo que marchar cuando supo que Josep Lluis Núñez, presidente de la entidad por entonces, quería venderle. «Cuando se entera de que quieren venderle, se molesta», aseguró.

Quince días después de aquella final, el argentino ponía rumbo a Nápoles, a cambio de 1.200 millones de pesetas, 200 millones más de los que pagó el Barça.

En Nápoles, se convirtió en un ‘dios’. Hizo un equipo campeón desde la nada y conquistó dos ligas, una Copa de Italia, una Supercopa y una Copa de la UEFA.

En Barcelona, Maradona vivió una etapa de claroscuros que se conoció con el paso del tiempo. En una entrevista, admitió que la primera vez que consumió drogas fue en su etapa en el conjunto azulgrana cuando tenía 24 años y consideró que fue «el error más grande» de su vida. «Tenía 24 años cuando consumí droga por primera vez. En Barcelona. Ha sido el error más grande de mi vida», reconoció en enero de 2017 Maradona. Un error que trató, sin éxito, de enmendar.